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LA
INFIDELIDAD
Un
momento de indudable crisis se produce cuando en una pareja convencional se
declara o se descubre una infidelidad. En ocasiones se trata de escarceos
extra-conyugales que no tienen ninguna relevancia, que ni se inician con
ningún propósito más allá del devaneo o el coqueteo, pero que pueden
terminar siendo letales para una relación estable. Uno puede meterse en este
tipo de situaciones sin tener en cuenta si se trata de un acuerdo explícito
de pareja (es decir, si la misma conducta sería aceptable para los dos) ni
las consecuencias que puede llegar a tener.
En
otros casos, se trata de relaciones que van más allá de lo expuesto
anteriormente, si bien con intención de que sea un acontecimiento puntual,
sin mayores consecuencias. Aquí el miembro de la pareja suele pensar que la
situación está bajo su control y que se iniciará y acabará cuando lo decida.
Si se trata de personas que no están acostumbradas a este tipo de relaciones
sin mayor fundamento, habrá más posibilidades de que la situación escape a
su control, con las lamentables consecuencias indeseadas.
Cuando se establece una relación extraconyugal estable, cabría preguntarse
sobre las razones que impiden la ruptura con la pareja original. El amor
sería una razón a priori descartable, pues, objetivamente, uno no está
queriendo bien cuando está realizando una conducta que le puede suponer al
otro uno de los dolores más profundos que puede experimentar una persona.
Mayor credibilidad ofrecen las explicaciones económicas o sociales, pero en
este caso cabría esperar un ejercicio de absoluta sinceridad en el momento
de plantear las nuevas reglas del juego en las que se encuentra inmersa la
pareja. Ello implica que quizás la otra parte no las acepte, decisión que no
quedará más remedio que aceptar. Antes de entrar en situaciones de
infidelidad, es aconsejable reflexionar sobre las consecuencias de lo que
uno tiene intención de llevar a cabo, y si merece la pena el daño que se va
a producir, o si habría otra forma de conseguir lo que necesita. A veces uno
se siente rejuvenecer, o el hecho de resultar deseable para una tercera
persona supone una inyección considerable a una baja autoestima. En otras
ocasiones, puede significar romper con la rutina y percibir la ilusión de
estar viviendo una vida diferente, cuando ni siquiera se ha intentado que
esto ocurra con la propia pareja.
En
estos casos, se podría realizar un replanteamiento serio de por qué uno
sigue con la persona que eligió en un primer momento, reconocer el error, si
finalmente se trató de una decisión equivocada, y definir cuál es ese tipo
de vida que uno querría tener pero que todavía no ha sido capaz de poner en
práctica.
Cuando la pareja descubre la infidelidad, la primera reacción es intentar
digerir la evidencia, por lo que, en principio, le cuesta dar crédito a lo
que tiene ante sus ojos. Una vez descubierto el engaño, intentará conseguir
toda la información posible, cayendo a veces en conductas incluso
delictivas, como entrar en correos privados, o registrar en busca de
cualquier prueba que confirme, sin posibilidad de refutación, la presencia
de una o más personas.
Ante
la alta probabilidad de que, frente a los datos incontestables, la pareja lo
niegue y, a su vez, pida credibilidad, se iniciarán las constantes muestras
de desconfianza, o se empezará a hablar de ello continuamente, venga o no al
caso el mencionar lo ocurrido.
Una
primera reacción bastante frecuente es fortalecer la intensidad y frecuencia
de las relaciones sexuales en la pareja, como prueba de que uno sigue
resultando deseable, o con el objeto de, ante una posible elección entre dos
opciones, pensar que se es la mejor. Tras esta primera fase, y si la pareja
sigue adelante, se suele producir una especie de efecto rebote, por el que
incluso cesan las relaciones sexuales y comienza un periodo de reproches y
distanciamiento.
La
situación da lugar a escasas opciones:
Hacer borrón y cuenta nueva
Este
supuesto resulta realmente difícil, pues en muchas ocasiones uno se cree que
realmente ha sido capaz de perdonar, pero con el tiempo se saca el tema
constantemente o uno se da cuenta de que es incapaz de asimilar lo que ha
ocurrido.
Hacer
borrón y cuenta nueva supone que, si uno lo acepta, no se volverá a hacer
mención del suceso, bajo ninguna circunstancia. Si no se va a ser capaz de
jugar limpio, es mejor no aceptar condiciones que uno no va a ser capaz de
cumplir. Quizás las intenciones sean buenas, pero muchas veces se sienten
incapaces de cumplirlas. En este caso, comunicarlo a la pareja será la mejor
solución.
Cesar la relación
Para
muchos se trata de una situación que, por mucho que quieran a sus parejas,
no entra dentro de los valores admisibles en lo que consideran una vida y
una relación.
No
dejar que el malestar se prolongue y se enquiste es una decisión adecuada. |
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