Es bien conocido que el adolescente responde a las
tensiones que afectan a la familia. Es entonces cuando adquiere fácilmente
la etiqueta de "paciente identificado" que se lleva a la consulta del
profesional, ya que es él -según los padres- el que tiene problemas o el que
constituye el problema... Con facilidad el hijo se convierte así en la
víctima propiciatoria (sinónimos: cabeza de turco, chivo expiatorio, etc.)
de las desavenencias familiares. Viene a ser como el cubo de basura, en el
que todo el mundo puede tirar los trapos sucios de la casa.
En estas circunstancias, y una vez ha sido el joven
remitido, junto con su familia, a la entrevista con el terapeuta familiar
(profesional sanitario con suficiente formación clínica), se establece la
oportuna estrategia de actuación. De entrada, el terapeuta familiar evitará
"patologizar" aún más la situación, no tomando partido ni con los padres ni
con el adolescente. En los casos en que hay discordia entre los miembros de
la pareja, por ejemplo, es muy frecuente que uno de los consortes intente
"monopolizar" al terapeuta en alianza con él y en contra del otro consorte,
y hay que estar muy alerta para no caer en esta
trampa. El terapeuta examinará objetivamente la
estructura familiar que tiene delante, valorando la severidad de la crisis,
la capacidad funcional que presupone tiene la familia y si cuenta con
suficiente red de apoyo social.
En la terapia familiar interesa conocer el "qué", no el
"por qué", de la situación familiar que plantea problemas. La finalidad de
esta terapia consiste en modificar el presente, no en explorar e interpretar
el pasado, ya que el presente de las personas es su pasado más sus
circunstancias actuales.
La evaluación del funcionamiento familiar incluye saber
el grado de cercanía, de cohesión entre los miembros de la familia. Los
vínculos emocionales entre ellos podrán ser más o menos cercanos. Los
extremos están representados por la situación de simbiosis y la de
distanciamiento. Las familias que mantienen un alto grado de cercanía
(familias fusionadas) pueden tener más dificultades para aceptar los
procesos de diferenciación adolescente (por ejemplo: separación y partida
del hogar). Por otra parte, las que son distantes no reaccionan debidamente
ante el adolescente (que se coloca en situaciones peligrosas) y tienen
dificultades en poner límites.
La adaptabilidad familiar es la capacidad de la familia
de cambiar sus reglas o pautas de funcionamiento en respuesta a situaciones
de estrés. También hay que medir la capacidad de identificar y solucionar
problemas de la propia estructura familiar, ya que existen familias que
evitan el enfrentamiento de los problemas o que tienden a culparse a sí
mismas o a otros por las crisis (lo que se llama secuencias acusatorias).
Asimismo, debe conocerse el nivel de comunicación entre los miembros
familiares y su capacidad de interactuar tanto a nivel afectivo como con
realizaciones prácticas.
La terapia debe focalizarse en hechos concretos, logros
visibles, en contraposición a la tendencia propia de los adolescentes de
hablar mucho de intenciones, ideas abstractas, confusiones internas, logros
futuros, etc.. Debe hacerse hincapié en los "logros mínimos" para alcanzar
tales objetivos: día de comienzo, qué pasará en caso de cumplimiento, de
incumplimiento, etc., dejando todos los cabos bien atados, de forma
previsible y coherente.
La entrevista familiar es, sin duda, el principal
instrumento en la evaluación de la dinámica familiar. Sin embargo, el
terapeuta puede contar con otros instrumentos de información, como son los
tests psicológicos o las encuestas de autoevaluación. Así, por ejemplo, el
denominado Apgar Familiar (buscando una similitud de nombre con el conocido
Test de Apgar que se efectúa en recién nacidos para valorar su vitalidad),
que tiene que ser contestado y puntuado por el adolescente, consta de cinco
preguntas:
- ¿Estás satisfecho con la ayuda que recibes de tu
familia cuando tienes un problema?
- ¿Conversáis entre vosotros sobre los problemas que
tenéis en casa?
- ¿Las decisiones importantes se toman en conjunto en la
familia?
- ¿Los fines de semana son compartidos por todos los de
la casa?
- ¿Sientes que tu familia te quiere?
El especialista, terapeuta familiar, que aborda el grupo
familiar como una unidad de análisis, es como un experto jugador de ajedrez
que estudia detenidamente la posición de todas las piezas sobre el tablero.
Elabora el denominado "mapa familiar", descubriendo las fronteras entre sus
miembros, el espacio físico de cada uno dentro de la familia, las alianzas
entre los miembros, etc. Luego, cuando el terapeuta mueve las piezas del
sistema, observa las reacciones y resistencias que manifiestan cada uno de
los integrantes de la familia. Y así, con suma paciencia, practicando el
viejo arte del "tira y afloja", podrá recomponer y equilibrar una estructura
familiar que se estaba desmoronando.