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El desarrollo de la
mente superior
A todo lo que hemos visto hasta ahora que puede ayudar en el camino de la
transformación hay que añadir algunas actividades que contribuyen a
desarrollar directamente las cualidades de la mente superior. Poseer un
sistema mental es uno de los privilegios del ser humano. Hacerlo funcionar
al máximo de sus capacidades es una de las condiciones esenciales para que
se establezca el puente entre el alma y la personalidad (llamado anthakarana
en la tradición esotérica), abriendo así el camino a la luz del alma.
Resulta fácil considerar que el desarrollo interior consiste en potenciar la
capacidad de amar. Eso es cierto, pero no basta. Porque, en realidad, el
amor está siempre ahí. La transformación que se le está pidiendo a la
humanidad es una transformación de la consciencia mental, que llevará
consigo el dominio de los otros dos cuerpos (emocional y físico), y
entrañará la posibilidad de darle al Ser la dirección de la triple forma
mediante una elección consciente y constantemente reformulada. Desarrollar
el dominio mental no significa ser fríamente intelectual y vivir en la
cabeza, hay que comprender bien esto. Significa dominar la naturaleza
mental-emocional inferior a fin de que todo el amor, la alegría, la
compasión, la belleza y la libertad del alma puedan manifestarse
naturalmente en uno mismo y a su alrededor. (No es función del amo ocuparse
del caballo; es el cochero el que, al servicio de su dueño, debe dominarlo
con inteligencia dejándole toda su fuerza.) No hay por qué oponerse al
desarrollo de la mente ni hay por qué echarle las culpas de nuestras
dificultades. Lo que hay que hacer es trabajarla a la luz del alma para que
se convierta en la sede de una transformación fundamental a la que el ser
humano se está preparando desde hace miles de años.
Mediante determinadas opciones y actividades específicas, se pueden
potenciar conscientemente algunas cualidades de la mente superior. Ya hemos
indicado antes cuáles eran las cualidades que había que poner en práctica
desde el comienzo del proceso de transformación; es evidente, deben seguir
siendo practicadas a lo largo de todo el camino. En principio, se supone que
todas las disciplinas espirituales y los métodos de desarrollo interior
apuntan a ese objetivo. No hablaremos de nuevo sobre esas enseñanzas básicas
que hoy en día son accesibles al gran público. Lo que quisieramos ahora es
clarificar algunos aspectos específicos que a menudo se ignoran o se
consideran secundarios por diversas razones, pero que, no obstante, son
fundamentales y pueden ser de gran ayuda cualquiera que sea el método de
trabajo interior que uno haya escogido.
Es interesante considerar esta cuestión desde el punto de vista de la
actividad de los dos hemisferios cerebrales, cuyo estudio no vamos a abordar
aquí, pero nos serviremos de esa perspectiva para precisar dos tipos de
cualidades que hay que perfeccionar, y para clarificar ciertos aspectos que
parecen contradictorios en el camino del desarrollo interior.
En general utilizamos un hemisferio cerebral más que otro (depende del
bagaje de cada persona, que proviene tanto de sus aspectos expandidos como
de los bloqueados), y tenemos mucha dificultad para realizar la integración
de ambos. Es bien conocido, en efecto, que en cada uno de los hemisferios
físicos del cerebro tienen lugar actividades mentales de distinto tipo. Con
frecuencia se habla de ellos como contrapuestos: al hemisferio cerebral
izquierdo, racional, se opone el derecho, intuitivo. Pero no es tan
sencillo.
En realidad, los dos hemisferios cerebrales son la expresión del sistema
mental global y ambos tienen su parte «inferior», parte automática no
dominada, y su parte «superior», abierta a la energía del alma.
La mente inferior utiliza las características inferiores de los dos
hemisferios cerebrales. El alma trata de utilizar el potencial contenido en
las características superiores de ambos a través de la mente superior.
A la par que se liberan los condicionamientos procedentes de las memorias,
se liberan los comportamientos que proceden de la mente inferior, es decir,
de las partes inferiores de los dos hemisferios cerebrales. Incluso si no
hemos utilizado de forma explícita esa clasificación, al describir las
dinámicas generales de la personalidad y los automatismos de las estructuras
hemos descrito unos mecanismos que están anclados, en algunas personas, en
el hemisferio cerebral izquierdo inferior, y, en otras, en el hemisferio
cerebral derecho inferior. De la misma forma, cultivando las cualidades
superiores de ambos hemisferios se abre la puerta al dominio mental, a la
mente superior y, por lo tanto, a la energía del Ser. De modo que no hay por
qué privilegiar uno de ellos en detrimento del otro. Nuestra tarea consiste
en desarrollar las partes superiores de los dos hemisferios y deshacernos de
la influencia de las partes inferiores de ambos.
Si una persona tiene más desarrollado el hemisferio derecho, tendrá que
cultivar sobre todo las cualidades superiores de éste, pero no deberá
descuidar las del izquierdo, y viceversa. Ser consciente de ello contribuirá
a que el trabajo interior se haga de forma más completa y, por lo mismo, más
eficaz.
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