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El arte
La práctica del arte en la vida cotidiana (no sólo durante un fin de semana
especial), sin tratar de obtener de ello beneficio alguno, justo por el
placer de crear algo y de celebrar la vida, es un apoyo importante para
mantener el contacto con las energías del alma.
En otros tiempos y en otras culturas, el arte se integraba naturalmente
tanto en la vida cotidiana como en las prácticas espirituales. En nuestra
sociedad, el arte se utiliza casi siempre con fines comerciales y
materialistas. Parece estar reservado a los grandes artistas superdotados y
a otros que hacen lo que pueden para salir adelante en una sociedad tan
competitiva. En cuanto a la masa, se la mantiene en una actitud pasiva de
consumo. Pues bien, cualquier actividad artística puede ser una puerta
abierta hacia la creatividad original, hacia la belleza, hacia la alegría y
la expresión directa del alma. No es extraño que nuestra sociedad,
explotadora y materialista, apenas deje sitio al arte en los programas
escolares. Les daría demasiada autonomía y libertad «de ser» a los niños,
por lo que prefiere acantonarlos en un trabajo estrictamente intelectual,
que, si bien es cierto que tiene valor en sí mismo, deseca el alma cuando no
va acompañado de actividades de distinto tipo.
Sea a través de la música, de la pintura, de la danza, del teatro, de la
poesía o de cualquier otra forma de creatividad, el arte y la creación de
belleza ponen directamente en contacto con la energía del alma. No es
necesario ser un gran artista para otorgarse el derecho de tener una
actividad artística. Si uno sabe no compararse con el vecino ni con el
último disco de moda, puede concederse el placer de crear por sí mismo y
para sí mismo, y tal vez para algunos amigos. Todo proceso interior debería
incluir, en un momento u otro, la experiencia de creación artística.
Desde hace algunos años, el arte se incluye cada vez más en los procesos de
crecimiento personal. Además de los métodos de trabajo profundo para quitar
obstáculos del inconsciente y entrar en contacto con el supraconsciente, se
han desarrollado algunos procedimientos de transformación a través del arte.
Es una vía muy interesante, porque produce un cortocircuito en la mente
inferior y permite que el alma se exprese directamente, transmitiendo sin
distorsión sus mensajes en la medida en que la persona es capaz de
recibirlos.
El arte libera, es la respiración del alma.
También se puede observar que la utilización del arte con fines de
transformación es mucho más fructífera si antes ha habido una preparación
del inconsciente a través de un trabajo de liberación de las memorias
activas. Sin ella, el camino hacia el alma no está suficientemente abierto y
los resultados son menos conscientes y mucho menos interesantes, con
diferencia. En cambio, bien preparado, este enfoque permite acceder con
relativa facilidad a las profundidades del inconsciente y a las cumbres del
supraconsciente. Es muy suave y encierra notables posibilidades de sanación,
que provienen de un contacto directo con la sabiduría y la belleza del alma.
Otros medios presentes en la vida cotidiana
Hay otras muchas actividades que permiten entrar en contacto con el alma en
la vida cotidiana y mantener, con toda sencillez, una frecuencia vibratoria
elevada. Lo sabemos, pero, a menudo, atrapados en el torbellino de la
agitación diaria, olvidamos hasta qué punto esas cosas, que no valora la
sociedad de consumo, son indispensables para la salud de nuestra alma, para
nuestra salud. Por ejemplo, estar en contacto con la Naturaleza, escuchar
música de vibraciones elevadas, leer libros estimulantes, entrar en contacto
con la belleza bajo cualquiera de sus formas..., en particular, el contacto
con las flores.
Las flores
Las flores, en efecto, tienen una frecuencia vibratoria muy elevada, y si
uno sabe acogerlas en su casa y amarlas, son auténticas fuentes de
inspiración y de sanación. Por algo en el mundo entero, y en todas las
culturas, en todos los templos, iglesias y lugares religiosos hay muchas
flores. No es una costumbre gratuita. Se esconde tras ello un significado
espiritual, pero la mayor parte de la gente lo ignora. En nuestra sociedad
materialista, las flores se han convertido en objetos de consumo, como todo
lo demás, y se ha perdido el sentido sagrado de su presencia. Las flores no
se imponen. Para poder recibir lo que tienen que darnos, hay que saber
mirarlas y meditar en silencio en su presencia.
Sugerencia práctica: Tenga siempre un ramo de flores cerca de usted, tanto
en casa como en el trabajo. Le ayudará a recordar la presencia de su alma. |
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