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El origen del
estado actual del mundo
Ya hemos visto que el ser humano puede comportarse individualmente en dos
niveles distintos de consciencia. Pues bien, lo mismo ocurre a nivel
colectivo. Los dos aspectos de la consciencia se ponen de manifiesto en
todos los campos de la actividad humana: en las finanzas, en la política, en
la economía, en la educación, en la sanidad, etc. Por una parte, la
consciencia del alma se manifiesta a través de las personas generosas,
íntegras, competentes, valientes y realmente al servicio de los demás en su
campo de acción; por otra, se pone de manifiesto la consciencia inferior,
con los abusos de poder, y las manipulaciones y explotaciones al servicio de
un materialismo destructor. Ese nivel inferior de consciencia es el que
genera la violencia, el miedo, la separatividad, etc.; en una palabra, el
que origina todos los sufrimientos y limitaciones procedentes del mecanismo
de la mente inferior.
Ninguna de las dificultades que tiene actualmente la humanidad se debe a
falta de recursos o a cualquier otro factor externo. Todas ellas se deben a
la forma en que la gente piensa y actúa, a las decisiones que toma. No son
las circunstancias externas las que determinan la condición humana actual,
sino su limitado nivel de consciencia.
Las
dificultades actuales provienen del nivel de consciencia de la humanidad.
Nuestras dificultades actuales no son más que la expresión de nuestro nivel
de consciencia. Provienen del hecho de que no hay en el mundo suficiente luz
del alma, y todavía demasiada voluntad del ego. Eso significa que, para que
las cosas cambien, tiene que cambiar el nivel de consciencia de la
humanidad. Porque, cuando la consciencia evoluciona, los comportamientos se
modifican de un modo natural, y unos comportamientos más conscientes y
armoniosos darán lugar, como es lógico, a un mundo diferente.
Puesto
que las guerras tienen su origen en el espíritu de los seres humanos, es en
el espíritu de los seres humanos donde han de construirse los baluartes de
la paz.
Constitución de la UNESCO.
Olvidamos a menudo este hecho tan simple y con frecuencia atribuimos a
factores externos el origen de nuestras calamidades: a las condiciones
económicas, al Gobierno, al capitalismo, a la gente perversa... Sí, todo eso
existe, pero ¿de dónde proviene? Proviene de los seres humanos y de su nivel
de consciencia inferior, así de sencillo. ¿No son acaso los seres humanos
los que crean las condiciones económicas? Los gobiernos son la imagen de
quienes los apoyan y los eligen. Es cierto que las fuerzas de involución,
las fuerzas materialistas, actúan todavía intensamente en el mundo y tratan
de mantener la consciencia en el nivel más bajo posible. Pero eso está en el
orden natural de las cosas; es el test que ha de pasar la humanidad para
encontrar su libertad de forma consciente y autónoma. No olvidemos que si
esas fuerzas tienen poder es porque la masa es manipulable, es decir, porque
la mayoría de las personas vive a nivel del ego. En cuanto una gran parte de
la humanidad decida actuar a un nivel de consciencia más elevado, las
técnicas de manipulación serán ineficaces y las fuerzas de involución
perderán su poder.
El cambio de consciencia, base indispensable para una acción eficaz
Algunas personas, conscientes de la necesidad de un cambio e impulsadas por
un deseo verdadero y generoso de contribuir al bienestar de la humanidad, se
lanzan con gran entusiasmo y con toda la buena voluntad del mundo a todo
tipo de proyectos humanitarios..., sin tomarse tiempo para mirar al interior
de sí mismas.
Cuando cambie el nivel de la
consciencia colectiva de la humanidad, el mundo cambiará.
Pero
las acciones procedentes de buenas ideas y de la visión de un mundo mejor,
por hermosas que sean, dan resultados muy limitados o están abocadas al
fracaso si no tienen el sólido apoyo de un estado de consciencia límpido.
Muchas personas de buena voluntad, que quieren mejorar la situación actual,
no han prestado atención a ese otro aspecto. Trabajan intensamente para
alcanzar su ideal, pero a veces los resultados son decepcionantes. Muchos
movimientos pacifistas, ecologistas y otros, conscientes de la injusticia,
del sufrimiento y del estado deplorable en el que se encuentra el planeta
desean ardientemente cambiar las cosas y actúan con valentía para hacerlo.
Hay quienes proponen nuevos sistemas económicos, sociales o políticos,
algunos de los cuales están llenos de sensatez y sabiduría. Todo eso es
excelente, pero, para que puedan llevarse a cabo cambios concretos, es
indispensable que se eleve la consciencia media de los individuos, al menos
en cierta medida. Por genial y revolucionario que sea un sistema nuevo, no
bastará para cambiar el mundo. Para que se establezca en la Tierra un
sistema más justo y armonioso es necesario un cambio de consciencia.
Buenas ideas no faltan, es la consciencia lo que falta. Si paralelamente a
las acciones concretas (porque es evidente que también hay que actuar)
tenemos buen cuidado en trabajar directamente en el cambio de consciencia
resultará muchísimo más fácil construir un mundo nuevo. El sistema actual es
el resultado del estado de consciencia de la humanidad; si éste cambia, el
sistema cambiará.
El estado de consciencia es como los cimientos de una casa. Si queremos
reconstruir el mundo, hemos de poner toda nuestra atención en los cimientos.
Es esencial. De lo contrario, en cualquier momento puede desmoronarse todo
como un castillo de naipes.
Y ahora que conocemos la causa de esta situación nos preguntamos,
lógicamente, si nosotros podemos hacer algo para facilitar el cambio de
consciencia de la humanidad.
Hay varios factores que facilitan el cambio. Vamos a examinarlos en el
espacio siguiente.
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