|
Vitalidad creadora
Como podemos obtener energía de una fuente siempre disponible, la fatiga, la
pasividad y el adormecimiento son sustituidos por una vitalidad creadora. En
lugar de estar uno medio muerto, está plenamente vivo. El Ser nos permite
estar en acción casi constante de modo natural y eficaz, pues nos
proporciona toda la energía necesaria para llevar a cabo nuestra misión.
Rara vez aparece el cansancio; en cualquier caso, desaparece muy rápido tras
unas horas de sueño. En efecto, el cansancio proviene sobre todo de la
resistencia a la vida; el mecanismo emocional quema la mayor parte de
nuestra energía. La energía del Ser está siempre disponible, y es ilimitada;
con ella se puede actuar y crear de forma casi permanente con dinamismo y
alegría. Y siempre puede uno volver a beber de la fuente, puesto que está en
su interior. El ser una persona dinámica y activa no es una cuestión de
edad. Si perdemos energía y envejecemos con el paso de los años, es porque,
con el tiempo, no hemos hecho más que reforzar nuestros sistemas de defensa
y anquilosar más las estructuras mentales-emocionales inconscientes; con lo
que el ego se refuerza, el contacto con el Ser se debilita y la energía
desaparece.
Pero esto no es ineluctable. Si lo que hacemos con el tiempo es trabajar
conscientemente sobre nosotros mismos para deshacernos de la influencia de
las memorias en lugar de reforzarlas, entonces la energía del alma estará
cada vez más disponible. En ese caso, el tiempo permite adquirir
conocimiento, sabiduría y diversas cualidades; permite desarrollar una
apertura más sensible al mundo, una estabilidad y una fuerza mayores,
mejorar la capacidad de contribución al bienestar de la humanidad, etc. A
medida que pasa el tiempo, en lugar de degenerar, se realiza uno más
plenamente y la vida resulta cada vez más interesante.3
En otras culturas y en otras tradiciones más equilibradas que la nuestra, se
respetaba y veneraba a los ancianos por su sabiduría y su conocimiento de la
vida. En esas tradiciones, el ser humano estaba más en contacto con la
Naturaleza y, sobre todo, con su ser esencial; las prácticas espirituales
mantenían a las personas en un estado de consciencia más puro que el que
tiene nuestra sociedad, inmersa en el materialismo y habitualmente aislada
de la naturaleza.
La
vejez es el invierno para los ignorantes, y el momento de la cosecha para
los sabios.
Proverbio.
Algunos seres humanos hacen de su vida ese crescendo hacia un ejercicio de
consciencia cada vez mayor, hacia una mayor energía creadora y un mayor
resplandor. Los más grandes artistas dan buen ejemplo de ello. En su gran
mayoría, es al final de su vida cuando producen sus mejores obras. Como
ellos, también nosotros podemos hacer de nuestra vida una aventura
apasionante que nos conduzca hacia una libertad, una creatividad y una
alegría de vivir siempre crecientes.
|
|