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El embarazo y el
parto
El embarazo se caracteriza por cambios hormonales radicales en los que tanto
los niveles de estrógenos como los de progesterona son elevados. Al
principio del embarazo, el responsable de esta producción es el cuerpo
lúteo, pero, más tarde, la placenta constituye la fuente principal de ambas
hormonas.
Parece que el estado emocional está relacionado con la etapa en que se halle
el embarazo. Durante los tres primeros meses, pueden aparecer depresión y
fatiga. En el segundo trimestre las emociones de la mujer suelen ser más
positivas (del cuarto al sexto mes, ambos inclusive). El último trimestre
puede resultar más estresante y ansiógeno, a medida que la mujer empieza a
plantearse cómo transcurrirá el parto, si el bebé estará sano y otras
cuestiones semejantes. La incidencia de la depresión aumenta durante el
tercer trimestre.
Respecto al estado emocional en el embarazo, el peso de las pruebas indica
que no suele ser un período de especial bienestar. No obstante, en algunas
mujeres, sí aparecen esas sensaciones hacia la mitad del embarazo y puede
darse una disminución de las reacciones psicóticas durante el mismo. Sin
embargo, en las seis últimas semanas, sobre todo, aumentan los trastornos
emocionales más benignos.
El embarazo, en vez de ser una época de calma y felicidad, es un período
difícil y turbulento. Los cambios emocionales habidos durante el embarazo y
después de dar a luz están muy relacionados con el apoyo emocional y la
ayuda que la mujer reciba de su marido. Por regla general, las mujeres
suelen experimentar cambios de humor y mostrar ansiedad. En concreto,
durante el primer trimestre, esta ansiedad se centraba en la posibilidad del
aborto.
Generalmente en ese período, en un estudio sólo las 4 mujeres cuyo embarazo
había sido imprevisto manifestaron emociones negativas. Las de las demás
mujeres eran positivas o ambivalentes. El segundo trimestre representa la
época más positiva, desde el punto de vista psicológico: en él se alcanza la
máxima felicidad y el mayor orgullo por el embarazo. Los temores de abortar
van disminuyendo a medida que las mujeres sientan que el feto se mueva, y se
produce una intensa sensación de alivio al saber que está vivo. Durante el
tercer trimestre, aumenta la ansiedad ante el parto y sobre las posibles
deformaciones del bebé.
En resumen, no todas las mujeres embarazadas son maravillosamente felices.
El estado psicológico de una mujer depende de diversos factores: que el bebé
sea querido, la fase del embarazo, la comodidad o incomodidad física y
distintos factores sociales, como el apoyo del marido o de sus amigos.
El parto o nacimiento supone una conmoción corporal importante. Los niveles
de estrógenos y de progesterona descienden de forma drástica y la
restauración de sus niveles normales y de la menstruación pueden tardar
varios meses.
Pasado un par de días después del alumbramiento, muchas mujeres experimentan
depresiones y períodos de llanto. Estas oscilaciones del estado de ánimo
pueden variar entre leves y graves. En el tipo más leve (la melancolía tras
el nacimiento), las mujeres sienten tristeza y tienen períodos de llanto,
pero este estado de ánimo dura entre 24 y 48 horas. Entre el 50 y el 80% de
las mujeres experimenta algún tipo de melancolía leve posparto. El 20%, más
o menos, padece una depresión posparto moderada, que suele durar entre seis
y ocho semanas. La depresión posparto se caracteriza por el ánimo deprimido,
insomnio, llantinas, sentimientos de ineptitud e incapacidad para superar la
situación, irritabilidad y fatiga. Por último, el trastorno más grave es la
psicosis depresiva posparto; afortunadamente, es rara y afecta sólo al 0,01%
de las mujeres que han dado a luz.
Hay que señalar las influencias psicológicas y sociales sobre los síntomas
de los períodos de embarazo y posparto. Nuestra cultura está llena de
estereotipos sobre las características psicológicas de las mujeres
embarazadas: el resplandor de la alegría radiante, el deseo de salazones y
de helados. La conducta adecuada en el embarazo se aprende mediante el
proceso de socialización respecto de los papeles propios del género, y las
conductas correspondientes se ponen en práctica en su momento. Los estados
de ánimo positivos se relacionan con un fuerte deseo del hijo. Los negativos
con la ausencia de este deseo, el temor a los riesgos del parto o a la
responsabilidad que supone el nacimiento. La depresión posparto puede estar
relacionada con el cambio repentino que se produce en la propia vida, con la
falta de deseo del bebé, con el miedo a la responsabilidad con respecto al
hijo o, incluso, con un factor tan simple como el hecho de estar en un
hospital y separada del marido y de la familia. La separación del bebé,
obligada a veces durante las primeras 12 ó 24 horas en el hospital, también
puede contribuir a la depresión. Se ha demostrado que el estrés pasado y el
presente influyen en las reacciones emocionales posparto.
Por tanto, los síntomas de depresión pueden explicarse con facilidad tanto
por factores psicológicos y sociales como por los hormonales. En realidad,
es probable que la depresión posparto sea el resultado de la combinación de
factores biológicos (conmoción del cuerpo, niveles hormonales drásticamente
reducidos) y factores sociopsicológicos. |
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