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La emigración
Decenas de miles de personas en todo el mundo han emigrado, están partiendo
o tienen planteado irse a otro país. Es un éxodo diferente al acostumbrado
en las regiones subdesarrolladas del mundo, donde el perfil de quien se va
es fundamentalmente un hombre pobre, quien deja a la familia y parte a otros
lugares a trabajar duro y enviar a su país de origen, las remesas para
mantener a los suyos. Un caso emblemático es la migración centroamericana y
mexicana a los Estados Unidos, o la de ecuatorianos o marroquíes a España.
También existe hoy en día un nuevo tipo de emigración en la que son
generalmente hombres y mujeres jóvenes, muchos de ellos parejas, en cuyo
caso emigran con sus pequeños o adolescentes hijos. Son básicamente
profesionales universitarios o técnicos superiores, de entre 25 a 40 años
que buscan otros horizontes por razones políticas, económicas o sociales.
Si tú eres emigrante o piensas emigrar es muy importante que tomes
conciencia de que la migración afecta emocionalmente. El convivir con
personas diferentes, de distintas culturas, idiomas o formas de pensar, va
dejando una profunda huella afectiva. Todos establecemos desde pequeños
vínculos profundos con los seres queridos, con los paisajes que habitamos,
con la cultura y con la lengua materna. Al desplazarse se deja mucho atrás,
además de sufrir el proceso de adaptación a la nueva realidad. Ambos
contextos impulsan un estado de tensión y de estrés que se desarrollará en
un ambiente difícil o al menos diferente al acostumbrado. Habrá momentos de
angustia, tristeza, añoranza y pena que pueden desarrollar un estado
depresivo o un denominado "Síndrome del Emigrante". Al emigrar
experimentaremos la pérdida de nuestros seres queridos y amigos lo que
originará nostalgia y tristeza así como, posiblemente, la pérdida del
idioma, que causará inestabilidad. Enfrentaremos cambios culturales que
modificarán la manera de ser. Extrañaremos nuestra tierra, la geografía, la
ubicación y el medio ambiente. Afectará la pérdida del status social y
laboral y la muy posible discriminación. Al disminuir el contacto con los
seres queridos se formarán sentimientos de soledad. Otra pérdida es la de la
seguridad personal, por desconocer las reglas, leyes y normas de la nueva
sociedad y el no saber como reaccionar ante imprevistos.
Lo mejor es que seas conciente de lo planteado si decides emigrar. Y si es
necesario, busca ayuda profesional para superar estas contingencias. |
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