La
libertad
La
libertad, como concepto abstracto, supone una capacidad infinita de elección,
sin que ésta se lleve a cabo bajo la presión de necesidades personales o de
otros factores y circunstancias que puedan determinar la decisión final en un
sentido o en otro. Cuando nos referimos a la libertad humana, lo hacemos en un
sentido relativo, ya que el ser humano se encuentra limitado por su propia
naturaleza. Cuando toma una decisión, lo hace dentro de un campo restringido de
posibilidades, ya que muchas otras le resultan inaccesibles, y además, lo hace
más o menos influido por factores internos y externos. La libertad es entonces
para el hombre un bien a alcanzar. Se puede conseguir ser más libre cada día,
aumentar los niveles individuales de libertad.
Desde el
punto de vista de la psicología y psicopatología el problema de la libertad está
íntimamente vinculado al del autodominio y a la salud psicológica. El
autodominio implica ser señores de nosotros mismos, como decía Séneca, ser
capaces de gobernarnos, de hacer lo que verdaderamente deseamos a medio y largo
plazo, a pesar de que para lograrlo tengamos que renunciar a cosas más
atractivas en ese momento o hacer un gran esfuerzo. Esto no resulta siempre
fácil, sino todo lo contrario. Implica el control de los impulsos, tendencias,
necesidades instintivas, etc., además de una alta capacidad de juicio crítico
que nos facilite ver con claridad la situación en que nos encontramos al margen
de todas las influencias a las que inevitablemente nos vemos sometidos por el
medio ambiente en que nos desenvolvemos. La voluntad, por último, sería una
herramienta imprescindible del hombre libre, ya que sin ella, éste no es capaz
de llevar a cabo las acciones que se propone, siendo vencido en su empresa por
la incapacidad de realizar un esfuerzo o por la dependencia que mantiene con
necesidades a las que no es capaz de renunciar.
La
enfermedad mental ha sido definida por muchos autores como una pérdida de la
libertad. Realmente, en todos los trastornos psicopatológicos podemos observar
una merma de la libertad personal, que varía desde la incapacidad para llevar a
cabo los objetivos propuestos hasta una pérdida de libertad de tal calibre que
exime a estas personas de sus responsabilidades civiles o penales.
La
dependencia establecida con cualquier tipo de droga (tabaco, alcohol, cocaína,
anfetaminas, etc.) supone una reducción de la libertad, generalmente muy grave,
que se expresa dentro del mismo término drogadicción, ya que adicción significa
sumisión a un dueño. También las fobias suponen una importante merma de
libertad, ya que el exagerado temor que a estas personas les inspiran algunos
objetos, animales, personas o situaciones, impide que puedan llevar una vida
normal, quedando incapacitados para desarrollar ciertas actividades por su
propio trastorno. La depresión quita libertad por la disminución de la capacidad
para iniciar y desarrollar actividades, por la confusión del juicio crítico, las
dificultades de concentración, empobrecimiento del pensamiento, de la
creatividad, etc.
En las
psicosis la pérdida de libertad es aún más severa. Muchos enfermos
maniacodepresivos tienen que ser incapacitados legalmente por los
desproporcionados gastos que hacen durante las fases maníacas en las que pueden
perder absurdamente todos sus bienes. En la esquizofrenia y en todas las
psicosis que cursan con síndromes alucinatoriodelirantes, se produce una
desconexión con la realidad externa de gran profundidad. A veces, los enfermos
se guían exclusivamente por las órdenes que reciben de sus alucinaciones
auditivas en forma de voces. Otras veces expresan que sus pensamientos no son
suyos, sino que alguien los introduce en su cabeza, o bien que se ven obligados
a realizar actos contra su voluntad, como si fueran marionetas dirigidas a
través de complicados aparatos. Estos trastornos del gobierno del yo suponen la
casi total reducción de la libertad individual.