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MENSTRUACIÓN. LA
BIOLOGÍA DEL CICLO MENSTRUAL
Se estima que la mujer
nace con unos 400.000 folículos primarios en ambos ovarios, cada uno de los
cuales contiene un huevo u óvulo. (El término folículo se refiere aquí a un
grupo de células del ovario que encapsulan un huevo y no tiene nada que ver
con el folículo piloso). Cada ciclo menstrual supone la liberación de un
huevo de un folículo, de manera que pueda moverse hacia la trompa de Falopio
para su posible fertilización e implantación en el útero. Por tanto, entre
la pubertad y la menopausia, no se ovulan más de 400 huevos. Los folículos
restantes degeneran.
Conviene señalar que el ciclo menstrual sólo se produce en los primates
(monos, antropoides y humanos) y no en otras especies. Erróneamente, muchas
veces se compara con el ciclo menstrual el ciclo del estro ("calor") del
perro y de otros mamíferos, en el que aparecen la receptividad sexual y la
fertilidad coincidiendo con una leve expulsión de sangre. Entre ambos tipos
de ciclo hay dos diferencias principales. La primera consiste en que, en el
ciclo del estro, la hembra sólo es sexualmente receptiva durante la fase de
celo del ciclo, mientras que las hembras que menstrúan son capaces de
practicar conductas sexuales durante todo el ciclo menstrual y quizá con
mayor apasionamiento. La segunda es que la menstruación sólo se produce en
las hembras menstruales y no en las que están sometidas al ciclo del estro.
En consecuencia, la hembra humana es capaz de desarrollar conductas sexuales
en cualquier momento del ciclo y ovula o es fértil en torno al punto medio
entre los períodos de expulsión de sangre o menstruación.
El ciclo menstrual puede dividirse en cuatro fases, refiriéndose cada una al
estado de los folículos y de los óvulos. Sería más adecuado considerar como
primera fase el período de menstruación, porque puede identificarse con
facilidad, pero, desde el punto de vista fisiológico, representa la última.
La primera fase, denominada fase folicular, se extiende, más o menos, desde
el cuarto hasta el decimocuarto día después de comenzar la menstruación. (Al
contar los días del ciclo, se considera que el primer día es también el
primero de la menstruación). Durante esta fase, un folículo madura y aumenta
de tamaño. El final de esta fase corresponde a la rotura del folículo y la
liberación del óvulo (fase ovulatoria). Durante la siguiente fase (fase
lútea), se forma un grupo de células de color amarillo rojizo, denominado
cuerpo lúteo, en el folículo abierto. La fase final, marcada por la
menstruación, supone la expulsión del revestimiento interior del útero
(endometrio), constituido para acoger y nutrir un huevo fertilizado.
Estas fases cíclicas están reguladas por hormonas que establecen entre sí un
bucle de retroalimentación (feedback) negativa, de manera que la producción
de una hormona aumenta hasta alcanzar un nivel elevado; en ese momento dicho
nivel se reduce de forma automática gracias al bucle de retroalimentación
negativa. Aquí, nos ocuparemos de dos grupos básicos de hormonas: las
producidas por los ovarios (sobre todo, estrógenos y progesterona) y las
producidas por la glándula pituitaria o hipófisis [en especial, la hormona
folículo-estimulante (HFE o FSH) y la hormona luteinizante (HL o LH)]. Hemos
de tener en cuenta también el control que ejerce el hipotálamo [una
importante estructura del cerebro, situada en su parte inferior (Figura
11.3)] sobre la actividad de la pituitaria mediante la hormona liberadora de
gonadotropina (HLGn o Gn-RH). La pauta general de funcionamiento del bucle
de retroalimentación negativa consiste en que el hipotálamo, que es sensible
a los niveles de estrógenos que producen los ovarios, regula la actividad de
la pituitaria, la cual, a su vez, regula la actividad del ovario y su
consiguiente producción de estrógenos y progesterona.
La regulación del ciclo menstrual lleva consigo la interacción entre los
niveles de estas hormonas. La fase folicular del ciclo se inicia cuando la
glándula pituitaria secreta la hormona folículo-estimulante (FSH), que
induce el aumento de la producción de estrógenos en los ovarios y estimula
la maduración de varios folículos. El elevado nivel de estrógenos
resultante, mediante el bucle de retroalimentación negativa, induce la
disminución de la producción de FSH en la pituitaria y dispara la producción
de la hormona luteinizante (HL), cuya función principal consiste en provocar
la ovulación. Durante cierto tiempo, la FSH y la HL inducen una producción
aún mayor de estrógenos, que ayudan a reducir la cantidad de FSH. En este
punto, empieza a predominar la HL, provocando la rotura del folículo y la
liberación del óvulo. A continuación, se forma el cuerpo lúteo en el
folículo abierto. El cuerpo lúteo produce gran cantidad de progesterona.
Cuando los niveles de progesterona son sufientemente elevados, inhiben,
mediante el bucle de retroalimentación negativa, la producción de HL y, a la
vez, estimulan la producción de FSH, comenzando de nuevo el ciclo.
Los estrógenos tienen una serie de funciones y efectos en el cuerpo.
Mantienen el revestimiento de la vagina y el del útero y proporcionan el
estímulo inicial para el crecimiento de las mamas. Entre sus funciones no
vinculadas a la reproducción están el aumento del contenido de agua y del
espesor de la piel y el retraso de la tasa de crecimiento. Al principio y al
final del ciclo menstrual, el nivel de estrógenos es bajo. Entre ambos
extremos, alcanza dos máximos, uno inmediatamente anterior a la ovulación,
que se mantiene durante ella, y otro en la mitad de la fase lútea. Parece
que los mayores productores de estrógenos son los folículos ováricos
maduros.
La progesterona tiene una importancia especial en la preparación del útero
para la implantación del óvulo fertilizado, manteniendo la gestación y
regulando los órganos accesorios durante el ciclo reproductivo. Como el
cuerpo lúteo es la principal fuente de progesterona, ésta alcanza el máximo
nivel en la fase lútea, manteniéndose bajo durante el resto del ciclo. |
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