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MUJERES BISEXUALES
La
bisexualidad se refiere al hecho de mantener relaciones sexuales con
hombres y mujeres. Si utilizamos esta definición, la bisexualidad es, en
realidad, más corriente que la homosexualidad exclusiva. Por ejemplo,
kinsey descubrió los siguientes porcentajes de mujeres que habían tenido
experiencias homosexuales no sólo accidentales: entre el 6 y el 14% de las
mujeres solteras; entre el 2 y el 5% de las casadas, y entre el 8 y el 10%
de mujeres que habían estado casadas. Las estadísticas comparables
relativas a la homosexualidad exclusiva eran: entre el 2 y el 6%; el 1%, y
entre el 1 y el 6%, respectivamente.
A falta de investigaciones psicológicas más sistemáticas, para ilustrar la
experiencia vital de una mujer bisexual, presentamos luego el caso de
Joan. Casos por el estilo ponen de manifiesto el hecho curioso de que, a
menudo, las mujeres se convierten en bisexuales después de una larga
historia de heterosexualidad u homosexualidad exclusiva, a edades
relativamente tardías.
Unos sociólogos entrevistaron a mujeres bisexuales. Basándose en esas
entrevistas, concluyeron que había diversos factores que contribuían a que
una mujer con una historia lésbica pasara a ser bisexual. La mayoría de
las lesbianas (quizá, entre el 50 y el 80%) ha tenido, al menos, una
experiencia heterosexual, coito incluido. Cuando tales experiencias se
recuerdan como agradables, es razonable volver a ellas más tarde. Otro
factor consiste en todas las recompensas sociales que, en nuestra
sociedad, acompañan al estilo de vida heterosexual, incluido el hecho de
tener un esposo e hijos. La bisexualidad puede ser una forma de evitar el
ostracismo social que tienen que afrontar las lesbianas, sin abandonar
toda actividad lésbica. Por otra parte, hay fuerzas que invitan a desistir
de dar el paso del lesbianismo a la bisexualidad. Muchas lesbianas reciben
su principal apoyo emocional en una comunidad de lesbianas y corren el
riesgo de perderlo si adoptan la bisexualidad. Hay lesbianas a quienes les
resultan sospechosas las bisexuales o son decididamente hostiles a ellas.
Hay investigadores que creen que hay un conjunto de factores que ayudan a
que las mujeres heterosexuales tiendan a la bisexualidad. Piensan que, al
aprender a competir con las mujeres para resultar atractivas a los
hombres, también aprenden a apreciar lo que resulta atractivo en ellas. En
consecuencia, se dan cuenta de las cualidades eróticas de otras. Más aún,
en nuestra sociedad, se permite que las mujeres sean más expresivas,
emocional y físicamente, con otras, facilitando, una vez más, el paso a la
bisexualidad. Habida cuenta de las normas sexuales más liberales de los
últimos años, hay quienes participan en relaciones sexuales en grupos de
más de dos personas a la vez, lo que da ocasión a experimentar el
lesbianismo. Por último, el movimiento de la mujer ha creado un ambiente
que apoya, hasta cierto punto, el lesbianismo y, aparte de las
convicciones feministas, hay mujeres heterosexuales que deciden
experimentar el lesbianismo, convirtiéndose, por tanto, en bisexuales.
Joan, una mujer bisexual.
Joan,
una profesional de treinta y tantos años de edad, se consideraba
exclusivamente heterosexual hasta cuatro años antes. Hasta entonces, nunca
había tenido fantasías ni sentimientos homosexuales, aunque, en general,
siempre se había mostrado liberal con respecto a las "alternativas
sexuales" y creía en la igualdad de derechos para los homosexuales. Sin
embargo, cuatro años antes, Joan empezó a tomar parte activa en el
movimiento para la liberación de la mujer y entabló una íntima amistad con
sus compañeras de trabajo. Ninguna de estas relaciones estaba sexualizada,
aunque sí se despertó su curiosidad respecto a las posibilidades sexuales
con las mujeres. En esa época, su aproximación hacia su propia posible
conducta homosexual era aún más intelectual que emocional, sin que fuese
acompañada por fantasías gráficas ni por sentimientos de atracción hacia
otras mujeres con las que pudiera reunirse o ver en público.
Durante este período, Joan entró en contacto con otra mujer de su
profesión a la que encontraba atractiva, tanto desde el punto de vista
intelectual como del social. Viviana también era heterosexual, aunque
había tenido algunas experiencias homosexuales. La relación entre las dos
fue haciéndose cada vez más íntima y, en un intercambio de confidencias,
Joan se enteró de que Viviana había tenido experiencias sexuales con
mujeres. Desde ese momento, Joan empezó a tener fantasías sexuales en las
que entraba Viviana, comenzando a acercarse en el plano físico a ella,
aunque nunca traspasó los límites de la amistad heterosexual femenina. La
relación se intensificó y los diálogos íntimos sobre la sexualidad fueron
transformándose en la posibilidad de establecer una práctica sexual entre
las dos mujeres. Tras seis meses de tales diálogos, durmieron juntas,
teniendo que superar antes sus temores iniciales respecto a cualquier
sentimiento de culpabilidad que su "experimentación" pudiera tener sobre
su amistad.
Después de la primera experiencia sexual satisfactoria, Joan y Viviana la
repitieron una vez al mes, aproximadamente, durante un año. No obstante,
Viviana seguía considerándose a sí misma heterosexual, mientras que Joan
comenzó a sentirse enamorada de su amiga, pretendiendo establecer con ella
una relación más comprometida. Joan dejó de acostarse con Viviana cuando
se dio cuenta de que ésta no aceptaba sus proposiciones de relación. Las
dos siguieron siendo amigas íntimas, pero Joan buscó a otra mujer que
quisiera compartir una relación comprometida. Más adelante, se enamoró de
otra mujer, prolongándose durante dos años una intensa relación romántica
y sexual. Actualmente, Joan no está muy segura de la denominación sexual
que podría aplicársele, pero ella prefiere definirse como "bisexual". En
la época de la entrevista, tenía un amante masculino y una amante
femenina.
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