QUÉ ES UNA NEUROSIS
OBSESIVO-COMPULSIVA
En el
apartado «Obsesiones-compulsiones» se detalla su concepto y forma de
manifestación. El enfermo vive tanto la obsesión (pensamiento que no se puede
desechar) como la compulsión (acto que el sujeto se ve obligado a realizar) como
órdenes que siente surgir dentro de sí mismo y que debe obedecer pese a que las
considera absurdas, patológicas, anormales y perjudiciales; si se resiste nota
una angustia creciente hasta que tiene que ceder.
Las
obsesiones y las compulsiones se dan combinadas en la misma persona formando la
«neurosis obsesivo-compulsiva», aunque en un enfermo determinado puedan dominar
claramente síntomas de uno de los dos tipos.
¿Tiene el
individuo normal obsesiones y compulsiones?
Igual que
los restantes síntomas neuróticos, las obsesiones y las compulsiones aparecen,
dentro de cierta medida, en casi todas las personas. Son más frecuentes en la
infancia. Los niños tienen compulsiones a pisar las rayas del pavimento, a dar
golpes a todos los postes, a canturrear durante horas el mismo estribillo, etc.
En los adultos aparecen ocasionalmente en la mente frases o ideas que resisten
durante horas o días todos los intentos del individuo de arrancarlas de su
pensamiento, al igual que ocurre con trozos musicales, estribillos que
reaparecen de modo obsesivo.
Uno de
los aspectos más frecuentes de las obsesiones y compulsiones es el carácter de
duda patológica. En el siglo pasado se llamaba a la neurosis obsesivo-compulsiva
«enfermedad de la duda» o «locura de la duda». En personas normales aparecen con
distinta intensidad dudas obsesivas del tipo de los escrúpulos religiosos (duda
de si ha pecado o no, si realizó bien la confesión, etcétera); dudas de si cerró
los grifos, sí apagó la luz, si lleva los billetes de avión, si perdió la
cartera, etc., y lo comprueba una o varias veces aunque sabe que no hay motivo
(es el mismo mecanismo de la enfermedad, pero en miniatura). Igualmente son
frecuentes las compulsiones a dejar las cosas en un orden determinado: los
cajones cerrados, los zapatos de modo similar a como se llevan en los pies y no
con las puntas hacia fuera, etc.
Cuadro
clínico de la neurosis obsesivo-compulsiva.
Consiste
simplemente en la exageración de estos fenómenos habituales. Los casos intensos
suponen una verdadera tortura para el enfermo, que queda inutilizado para la
vida normal. Ejemplo: un enfermo que tiene que lavarse las manos treinta veces;
sin «duda», si lo ha hecho mal una sola vez, tiene que repetir el ciclo de
treinta lavados. Precisa realizar un complejo ceremonial antes de ponerse cada
prenda de ropa, que se quita y coloca siete veces antes de pasar a la prenda
siguiente, y si se le interrumpe o se distrae ha de comenzar de nuevo, con lo
que el acto de vestirse dura varias horas. Como consecuencia, acaba perdiendo su
empleo al que llega tarde a diario, tiene una lesión de la piel de las manos por
tanto lavado, etc. Acentúa su sufrimiento la clara conciencia de que todo es
injustificado, absurdo, ridículo y enfermizo y sin embargo no puede sustraerse a
la tiranía de la enfermedad.
Psicodinamia.
Las
neurosis obsesivo-compulsivas se elaboran sobre una forma especial del carácter:
el carácter obsesivo. Este carácter es fruto de influencias ejercidas en la
infancia por los padres del enfermo, de los que uno suele ser también obsesivo,
pues la enfermedad no es hereditaria pero se transmite por «contagio emocional».
Los padres del obsesivo-compulsivo suelen ser inseguros, rígidos, con severidad
excesiva, despegados o, al menos, poco expresivos con el niño. En este ambiente
el futuro enfermo se forma un «superego» (personalidad con niveles muy altos de
autoexigencia) poderoso, una hostilidad hacia sus padres que le provoca grandes
sentimientos de culpa y con ellos intensa carga de ansiedad y los mecanismos de
rechazo, represión y luego desplazamiento y sustitución hacía los síntomas
obsesivos, que en realidad sólo son símbolos de estos conflictos internos.
El
obsesivo es perfeccionista, para defenderse de los sentimientos de culpa que lo
acosan. Suele ser también minucioso, detallista y con un agudo sentido de
crítica, que para su desgracia suele ejercer también sobre sí mismo y sus actos.
Muestra una notable indiferencia afectiva, que no es real sino una máscara que
se ha impuesto, al temer las consecuencias de sus emociones.
El
tratamiento es fundamentalmente psicoterápico, para buscar y neutralizar el
impulso o temor reprimidos que se esconden bajo el disfraz de los síntomas
obsesivo-compulsivos. Algunos obsesivo-compulsivos se alivian con tratamientos
farmacológicos con timolépticos (medicaciones antidepresivas); hay casos en que
los síntomas desaparecen por completo.
En
general, es una enfermedad muy resistente a todos los tratamientos. El enfermo
suele preguntarse si no es el principio de una forma de «locura», ya que unos
síntomas tan irrazonables le hacen temer perder la razón. Nunca evoluciona hacia
una psicosis, el obsesivo conservará la razón, aunque no puede portarse
«razonablemente».