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Paradigmas, ciencia y
feminismo
El público, en general, suele considerar que la ciencia avanza de manera
continua, a pequeños pasos, mediante la acumulación de hechos. pero, si
prestamos atención a la historia de la ciencia, veremos que en absoluto
funciona de ese modo. En el desarrollo de la ciencia se producen, de tiempo
en tiempo, momentos revolucionarios que trastornan los períodos tranquilos
de recogida de datos. En esta reflexión, el término paradigma es esencial.
Un paradigma alude a un conjunto de creencias, supuestos subyacentes,
valores y técnicas que comparte determinada comunidad de científicos. En
cierto sentido, un paradigma es una "cosmovisión" o, al menos, una visión
del segmento del mundo que constituye el centro de atención de la
especialidad científica en cuestión. Un paradigma nuevo es, por regla
general, drásticamente diferente del paradigma que le precede en su campo,
pero van sumándosele partidarios porque soluciona algunos problemas que no
podía abordar el paradigma antiguo; la revolución radical se produce cuando
la ciencia sustituye el antiguo paradigma con el nuevo. Un paradigma es
también lo bastante abierto como para crear en su seno un nuevo conjunto de
cuestiones a cuya resolución pueden dedicarse los científicos.
Un ejemplo concreto que aclarará estos conceptos lo tenemos en Copérnico y
la revolución copernicana en astronomía. En Europa, a comienzos del siglo
XV, todo el mundo, incluso los científicos, creía que la Tierra era el
centro del universo y que el Sol giraba alrededor de la Tierra, perspectiva
que se conoce como geocéntrica (centrada en la Tierra) o ptolemaica.
copérnico (1473-1543) propuso una nueva perspectiva o paradigma: que el Sol
era el centro (perspectiva heliocéntrica) alrededor del cual giraba la
Tierra con un período de un año, al tiempo que la Tierra giraba sobre su eje
con un período de un día. La perspectiva copernicana resolvía muchos
problemas que no solucionaba la antigua, la perspectiva geocéntrica. Uno de
ellos consistía en que, para que el geocentrismo estuviese en lo cierto, los
demás planetas tendrían que viajar a velocidades irregulares en torno a la
Tierra, acelerándose en unos momentos y frenándose en otros. Utilizando la
perspectiva copernicana, podía considerarse que los planetas se movían a
velocidad constante, moviéndose simultáneamente la Tierra (con el astrónomo
en ella). La Iglesia Católica se opuso a las ideas de Copérnico, tachándolas
de erróneas y, quizá, heréticas, lo que sucede a menudo con los nuevos
paradigmas. Pero, más tarde, los astrónomos aceptaron sus ideas de forma
generalizada, utilizándolas como base de sus investigaciones. De tiempo en
tiempo, en la ciencia se producen momentos revolucionarios que dan lugar a
nuevos paradigmas que representan ideas radicalmente diferentes.
El público, en general, así como muchos científicos, suelen considerar que
la ciencia es fundamentalmente objetiva. Pero también estas idea es
cuestionable. En la ciencia no existe el hecho puro; por el contrario, sólo
hay hechos que existen en el contexto de un determinado paradigma. Cuando se
adopta un nuevo paradigma, los "hechos" antiguos parecen erróneos o
decididamente estúpidos. Por ejemplo, si hubiésemos vivido antes de la época
de Copérnico, habríamos observado, como natural, el "hecho" de que el Sol se
eleva cada mañana por el este y se pone cada tarde por el oeste. Habríamos
tomado esto como prueba evidente del "hecho" de que el Sol gira alrededor de
la Tierra. Desde nuestra perspectiva moderna, poscopernicana, no nos parece
que ésos sean los hechos. Esto ilustra este razonamiento respecto a la
inexistencia de hechos objetivos en la ciencia; los hechos sólo existen
desde el punto de vista de un paradigma concreto.
¿Qué relación tiene todo esto con la psicología? La psicología ha tenido
varios paradigmas, cuyo número depende de la amplitud o rigurosidad con la
que pretendamos identificarlos. Sin duda, la teoría del aprendizaje ha sido
un paradigma dominante en psicología. Los investigadores han trazado la
historia del experimentalismo como paradigma dominante en la psicología
social. En psicología social se pensaba que la mejor forma, y quizá la
única, de conseguir "hechos" aceptables sobre la conducta social de las
personas era el experimento de laboratorio, controlado al máximo. Estos
investigadores documentan también la crisis a la que se enfrenta el
experimentalismo. Los efectos del experimentador y los del observador
significan que los científicos pueden extraer datos poco significativos de
sus experimentos o sólo datos que concuerden con sus propios sesgos.
Las feministas indican que los paradigmas de la psicología han sido
androcéntricos, o sea, centrados en los varones y procedentes de una
perspectiva masculina.
En el contexto de estos razonamientos, puede considerarse el feminismo como
un nuevo paradigma emergente en la ciencia de la psicología. El feminismo se
ajusta a la definición de paradigma en la medida en que comprende un
conjunto de creencias, valores y técnicas (explicados en otros capítulos del
libro) que comparte una comunidad de científicos: los psicólogos feministas.
El feminismo proporciona una nueva visión del mundo. Podemos contemplar la
psicología tradicional como una perspectiva que considera que el mundo gira
alrededor de los varones (androcentrismo), igual que los precopernicanos
veían que el Sol giraba alrededor de la Tierra. Las feministas no quieren
que se considere que el mundo gira en torno a las mujeres. Por el contrario,
la pretensión feminista consiste en considerar que el mundo gira en torno a
hombres y mujeres, en conjunto.
Otra característica de un paradigma es que proporciona respuestas a una
serie de problemas que el anterior paradigma era incapaz de resolver y que
provocan la crisis. Hay un conjunto de problemas que no ha resuelto la
psicología tradicional. Uno de ellos es el carácter de la masculinidad y de
la feminidad. La psicología tradicional ha considerado la
masculinidad-feminidad como una dimensión esencial de la personalidad. Más
aún, la psicología tradicional suponía que la tipificación según el género
era esencial para la salud mental. Es decir, el varón muy masculino y la
mujer muy femenina serían las personas mejor adaptadas, de acuerdo con dicho
paradigma. Sin embargo, la investigación demuestra que esto no es cierto.
Por ejemplo, los varones muy masculinos están, en realidad, peor adaptados
que los varones menos masculinos. El paradigma de la psicología tradicional
no puede asimilar ese resultado. El feminismo proporciona un marco de
referencia que resuelve esa dificultad. Indica la posibilidad de que las
personas sean andróginas y que, en realidad, la persona andrógina tendría la
máxima salud psicológica.
Los paradigmas plantean también un conjunto nuevo de cuestiones porque
presentan una forma diferente de ver el mundo. Y, así, el paradigma
feminista ha creado un nuevo conjunto de temas de investigación que no
habían surgido en la psicología tradicional: la violación, los malos tratos
físicos a las mujeres, el acoso sexual en el trabajo, las distintas
definiciones de los papeles asignados a los géneros en los diferentes grupos
étnicos y el sexismo en la psicoterapia, por citar sólo algunos.
Por tanto, la psicología feminista concuerda a la perfección con la
definición de paradigma que aquí planteamos. No obstante, conviene hacer una
advertencia final. A veces, se dice que el feminismo no cabe en la
psicología científica porque consiste sólo en un conjunto de sesgos
políticos, que no permiten una investigación objetiva. Con respecto a esta
cuestión, conviene recordar que la ciencia no es realmente objetiva y que
los hechos sólo son tales en el contexto de un paradigma concreto. La
psicología feminista no es ni más ni menos objetiva que cualquier otro
paradigma de la psicología. Proporciona una serie de "hechos" que tienen
sentido en el contexto feminista. |
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