QUÉ ES LA PARANOIA, EL
DELIRIO. TRASTORNOS PARANOIDES
Dentro
de los diferentes tipos de enfermos mentales a los que en el lenguaje coloquial
se denomina «locos», existe un grupo caracterizado por presentar como único
trastorno importante ideas delirantes (ideas falsas, sobrevenidas
patológicamente e irreductibles por la argumentación lógica). En la historia de
la psiquiatría se ha ido llamando de diferente modo a estos enfermos, desde las
anacrónicas denominaciones de «locos razonadores», «monomaniacos», etc., hasta
la de paranoicos, actualmente en uso. En los viejos tratados se solía poner como
ejemplo a Don Quijote, que, fuera de su delirio de caballería andante, razonaba
con gran discreción.
Esta
alteración psíquica puede tener distintos niveles de gravedad; si es leve se
habla de trastornos paranoides, o síndrome paranoide, y si es grave y crónico de
paranoia.
La
paranoia típica es de comienzo lento, insidioso sobre una personalidad paranoide
(que luego describiremos) y forma un delirio crónico, sistematizado, no
modificable por la argumentación lógica y que se relaciona con las vivencias del
sujeto, conservando éste íntegras la inteligencia, la memoria, la lucidez y la
capacidad de juicio y raciocinio; siempre que no se trate de su tema delirante.
Las ideas
delirantes del paranoico tienen la característica de ser «sistematizadas»; su
delirio forma un todo coherente, compacto, intentando el enfermo, que conserva
su capacidad de argumentación y aspecto normal, dar una apariencia lógica y una
explicación racional de sus ideas delirantes más injustificadas. Como las ideas
(de celos, grandeza o persecución) «pudieran ser verdad», si el observador no
está informado, puede creer que lo que el paciente afirma corresponde a la
realidad.
Los delirios paranoicos
son de temas muy variados; los más frecuentes tratan de ideas de persecución o
injusticia, celos o amores, y de grandeza.
En los delirios de
persecución, el paciente se siente acosado por personas poderosas, sectas o
parientes. Una forma atenuada es el delirio de referencia, en el que se supone
espiado y cree que todos hablan de él, murmuran, etc.
Los
delirios de injusticia, llamados también querulantes y pleitistas, hacen que el
paciente se sienta tratado injustamente por un tribunal, superiores en la
empresa, por la familia de su cónyuge, etc., y tienda a plantear constantemente
pleitos y reclamaciones.
En los
delirios de grandeva tiene la convicción de la enorme importancia de su persona
(se cree jefe de estado, rey, pontífice, profeta elegido, etc.).
Los
delirios de celos son una fuente de amargura y riesgo para la pareja. Aunque la
persona amada sea realmente infiel los celos pueden ser delirantes, y los
motivos, para la convicción del enfermo, absurdos. Los delirios eróticos tienen
su núcleo delirante en la falsa idea de ser amado por una persona notable a la
que quizá sólo conocen de referencia.
Las
emociones y la conducta del paranoico corresponden a sus ideas delirantes. Está
asustado si el delirio es de persecución, prepotente si es de grandeza y hostil
e incluso peligroso si es de celos o injusticia. La conducta está influida por
los patrones socioculturales (por lo que creen que otras personas harían si
fuesen ciertas esas circunstancias), y cambian con las costumbres. Por ejemplo,
hasta hace pocos lustros, los maridos paranoicos con delirio de celos era
frecuente que matasen a su mujer; era el «código calderoniano» vigente también
para algunos «sanos»; en cambio ahora las persiguen con sus abogados,
divorciándose y negándose a pasarles la mensualidad, privándolas de los hijos,
etc.
El
tratamiento de la paranoia es inicialmente medicamentoso y responde bien a los
neurolépticos. Sólo en una segunda etapa, cuando el paciente ha mejorado y es
accesible, se complementa con psicoterapia.
Los
trastornos paranoides tienen sólo una diferencia de grado con la paranoia. No
son tan intensos, y en su desencadenamiento además de la personalidad previa
paranoide han influido factores muy estresantes, como la emigración, pleitos,
oposiciones, ocupaciones humillantes, etc.
Personalidad paranoide, carácter paranoide es la base de la predisposición a
desarrollar un trastorno paranoide. En los niños, el carácter paranoide se
manifiesta por una necesidad desmedida de alabanza, sufren con el menor
reproche, no se consideran responsables de sus fallos y acusan a otros de sus
faltas. En la edad adulta, el paranoico muestra cuatro rasgos caracterológicos
fundamentales: orgullo, desconfianza, falsedad de juicio e inadaptabilidad.
El
trastorno paranoide compartido, que antiguamente llamaban folie a deux, consiste
en el contagio psíquico de las ideas de grandeza o persecución o mesianismo que
tiene otro. En ocasiones un grupo numeroso participa de un líder fanático, como
en conocido suicidio colectivo de Guyana.