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Problemas de salud
mental.
La mayoría de los occidentales desaprueba la homosexualidad y la considera
anormal. En una encuesta de 1987, en la que se utilizó una muestra adecuada,
el 75% de las personas que respondieron dijo que creía que las relaciones
sexuales entre dos adultos del mismo sexo siempre son incorrectas; esta
estadística se mantiene esencialmente sin cambios desde 1973, cuando se
efectuó una encuesta similar. Desde el punto de vista científico, ¿qué
pruebas hay de que la homosexualidad sea una forma anormal de adaptación?
Para responder a esta pregunta, debemos definir antes qué significa anormal.
Son posibles diversas definiciones. La que parece más adecuada aquí es que
una conducta sexual es anormal si está relacionada con una mala adaptación
psicológica y la persona en cuestión no es feliz con ella.
La masiva investigación de kinsey y sus colaboradores contribuyó a destruir
las clasificaciones simplistas de la conducta sexual como normales y
anormales. Muchas conductas que se creían perversiones extrañas resultó que,
en realidad, eran muy corrientes. Un buen ejemplo es la homosexualidad
masculina, de la que, durante mucho tiempo, se consideró una forma de
conducta desviada; en realidad, una proporción importante de varones
realizan ese tipo de conductas. kinsey descubrió que alrededor del 37% de
todos los varones ha tenido, al menos, una experiencia homosexual adulta
hasta el orgasmo. En realidad, muchos hombres que mantienen actividades
homosexuales son ciudadanos respetables, de clase media y, de ellos, muchos
están casados. Ante tales estadísticas, es difícil clasificar esa conducta
como desviada.
La investigación empírica apoya también el punto de vista de que el
lesbianismo no es una conducta desviada. En primer lugar, hay que señalar
que gran parte de las primeras investigaciones sobre la adaptación de las
lesbianas estudió a las que eran pacientes de psicoterapia. No sorprende que
se trabajara con estas participantes, dado que era fácil contar con ellas y,
como se daba por supuesto que el lesbianismo era una forma anormal de
adaptación, el investigador podía racionalizar las técnicas de muestreo
diciendo que la lesbiana "típica" estaba sometida a terapia.
Dado el enfoque, no es raro que algunas investigaciones iniciales
descubrieran características anormales de personalidad en las lesbianas. No
obstante,
cuando comenzaron las investigaciones sobre lesbianas no pacientes, con las
que se estableció contacto mediante organizaciones homofílicas o a través de
anuncios de prensa, se produjo un cambio fundamental. Esos estudios pusieron
de manifiesto que las mujeres lesbianas no diferían de ningún modo evidente,
desde el punto de vista psicológico, de las heterosexuales de grupos de
control, a excepción de su elección sexual. Por ejemplo, entre un grupo de
mujeres homosexuales sin pareja y otro grupo de mujeres heterosexuales,
también sin pareja, se encontraron diferencias de adaptación; y en otro
estudio, las lesbianas mostraron una autoestima muy superior a la de mujeres
universitarias.
Por tanto, el supuesto de que el lesbianismo constituye una forma inadecuada
de adaptación no puede apoyarse en los datos disponibles y la única
diferencia entre las lesbianas y otras mujeres radica en la elección del
objeto de amor. La inexistencia comparativa de trastornos psicológicos entre
las lesbianas resulta aún más notable si tenemos en cuenta las presiones
sociales a las que están sometidas. La idea de que el lesbianismo y, en
general, la homosexualidad es una forma adecuada de adaptación queda
reflejada en la decisión tomada por la American Psychiatric Association en
1973 de retirar el término homosexual de su lista oficial de categorías
diagnósticas.
Un estudio examinó las identidades de los papeles de las lesbianas relativos
al género, utilizando las categorías de andróginas, femeninas, masculinas e
indi-ferenciadas. Si comparamos a las lesbianas con mujeres universitarias,
vemos que es cierto que el porcentaje de lesbianas que se incluye en la
categoría de femeninas es relativamente bajo. Asimismo, encontramos el
aumento comparativo del número de lesbianas que se incluyen en las
categorías de andróginas y masculinas, así como un ligero incremento de las
clasificadas como indiferenciadas. El grupo más numeroso de lesbianas se
incluye en la categoría de andróginas. Dadas las conclusiones precedentes
respecto de la androginia en cuanto saludable, desde el punto de vista
mental, esto constituye otro indicio de que el lesbianismo es una forma sana
de adaptación.
En otro estudio, unas madres lesbianas y otras heterosexuales valoraron su
concepto de niño ideal, utilizando el Bem Sex Role Inventory, que mide la
androginia. No aparecieron diferencias significativas entre las mujeres
lesbianas y las heterosexuales en cuanto a su valoración del hijo ideal.
Esta prueba indica que las lesbianas no son madres "anormales" y que tienen
puntos de vista similares a los de las mujeres heterosexuales con respecto a
cómo deben ser los hijos. |
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