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Psicosis de masas
Se dice
que se ha producido una psicosis de masas cuando todo un grupo de personas
padece un síndrome de tipo alucinatorio-delirante; aunque también se incluyen a
veces bajo esta denominación otras situaciones, como el pánico generalizado.
Estos
delirios colectivos se establecen dentro de grupos de personas fácilmente
sugestionables, por lo que son más frecuentes entre los enfermos mentales,
personalidades primitivas, con un nivel educativo escaso, con pensamiento
mágico, y entre las personas que padecen un trastorno de tipo histérico. El
síndrome delirante presente en una persona se transmite a los que la rodean
(delirio por inducción) que se persuaden de la presunta realidad del contenido
del delirio y comienzan a experimentarlo a su vez. De este modo, un núm ero
progresivo de personas van incorporando progresivamente el delirio, ya que al
comprobar cómo cada vez son más los que reafirman el contenido del mismo, se
crea un ambiente en el que se desarrollan cada vez con mayor facilidad los
fenómenos de sugestión.
Los
delirios colectivos se presentan muchas veces en forma de percepciones
extrasensoriales, en que estas personas afirman ver objetos o personas
inexistentes (alucinaciones visuales), o voces (alucinaciones auditivas),
generalmente de contenido religioso (falsos milagros, falsas apariciones, etc.),
de contenido supranormal en relación con fenómenos parapsicológicos (hablar con
espíritus, con personas muertas, etc.), o bien con la aparición de
extraterrestres. Entre los enfermos mentales los contenidos pueden ser más
extravagantes, sobre todo entre los esquizofrénicos, especialmente si mantenían
previamente una actividad delirante, produciéndose entonces una nueva
orientación del contenido de su delirio hacía la temática inducida por otros.
Las
situaciones de pánico colectivo se suelen desencadenar por alguna información
capaz de producir auténtico terror entre sectores más o menos amplios de
población, originándose reacciones psicológicas exageradas con pérdida del
autocontrol que contribuyen a incrementar el temor en las personas que las
observan, creándose una situación de círculo vicioso por el cual cada vez es
mayor el número de personas afectadas. A veces estas conductas, que corresponden
a genuinos ataques de pánico, son objeto de imitación por parte de otras
personas, especialmente si éstas se encuentran desorientadas, sin saber muy bien
qué es lo que está ocurriendo, con lo que es frecuente, por ejemplo, que salga
corriendo en una determinada dirección por el mero hecho de que lo vean hacer a
otros.
En estas
situaciones, la información que se transmite de unas personas a otras es
imprecisa y tergiversada, con lo que aumenta la confusión sin que realmente se
sepa cómo actuar contra ese presunto peligro, limitándose algunos a imitar a
aquéllos, que presos de una gran ansiedad, prefieren actuar en uno u otro
sentido, a pesar de que desconozcan la finalidad de su comportamiento. Estas
conductas gregarias típicas del pánico colectivo anulan frecuentemente la
conciencia individual, dando lugar a comportamientos, a veces violentos, que
sorprenden a la propia persona que los ejecutó cuando se halla libre del influjo
del pánico.
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