Apenas
hace un siglo que el niño pasaba, directamente y sin intermediarios, de las
faldas de las mujeres al mundo de los adultos. Quemaba las etapas de la
juventud o de la adolescencia. De niño se transformaba rápidamente en
pequeño hombre, vestido como los hombres o como las mujeres, mezclado entre
ellos, sin otra distinción que su talla.
Las sociedades naturales, de características tribales,
tienen aún en la actualidad su sistema para ahorrar al niño la adolescencia.
¿Cómo? Suprimiendo la adolescencia misma. Transformando "a voluntad" al niño
en adulto mediante sus ritos de paso o de iniciación.
Aquí hay que hacer una distinción antropológica entre
pubertad fisiológica y pubertad social, que son dos cosas esencialmente
diferentes y que sólo en raras ocasiones convergen. Las ceremonias de
pubertad social se corresponden a lo que conocemos como ritos de paso que
marcan la ruptura de los lazos domésticos y el paso de la vida familiar a la
comunitaria en la tribu. Y estos ritos de paso son prácticamente exclusivos
de los niños varones que deben acceder a guerreros, para lo cual, primero
tiene que "morir" el novicio (el niño púber) para "nacer" una persona nueva
(el adulto), después de someterla a tremendas torturas físicas y mentales,
como si de una auténtica muerte se tratara. Incluso se hace creer a las
mujeres y a los niños, apartados de las ceremonias, que los novicios
realmente mueren. El color de la muerte es el blanco y los novicios están
pintados así. Sus madres son objeto de un trato especial, primero como
personas de luto y luego como parturientas...
Si has visto la interesante película "La selva
esmeralda" recordarás las vicisitudes de aquel niño blanco hijo de un
ingeniero que se extravía en la selva amazónica y que es adoptado por una
tribu indígena e iniciado y convertido en guerrero.
Por el contrario, las niñas no tienen estos ritos de paso
o de iniciación. Ellas realizan los ritos de pubertad, consecutivos al
comienzo de la menstruación (aquí sí que coinciden la pubertad fisiológica y
la social), y dado que las muchachas alcanzan esta etapa de desarrollo
físico en momentos diferentes, los ritos de pubertad acostumbran a
celebrarse individualmente. Asimismo, la ausencia de indicativos claros de
madurez en los muchachos explica por qué ellos son habitualmente iniciados y
no se ejecutan para ellos rituales de pubertad. Hay autores que ven en la
circuncisión y otras operaciones con efusión de sangre en los muchachos,
como una imitación de la menstruación.
A falta de verdaderos ritos de paso, las civilizaciones
de la antigüedad daban, también, un carácter público y solemne a la mayoría
social, facilitando con ello el acceso al estatus adulto. En Grecia, era el
momento en el cual el niño se convertía en efebo, adulto joven; en Roma, en
el que abandonaba la "toga pretexta" por la "toga viril". (En la época de
los romanos, la adolescencia finalizaba oficialmente hacia los 30 años.) Si
tales costumbres se han perdido o degradado en el curso de los siglos,
observemos, no obstante, que en las sociedades que precedieron a la nuestra
el niño pasaba casi sin transición a la vida adulta. Para las chicas era el
matrimonio -a una edad extremadamente precoz- o el convento; para los
chicos, la entrada sin demora en una carrera, la de las armas, por ejemplo,
si era noble, como paje agregado a un señor; el aprendizaje de un oficio, al
lado de un maestro artesano, si era villano. El individuo joven accedía,
pues, a un estatus bien definido y reconocido por la sociedad. Aquí también
se le ahorraba la adolescencia -por lo menos en apariencia-,
suprimiéndosela.
En tiempos más cercanos, el de nuestros abuelos, en el
contexto de la familia patriarcal, el chico sólo tenía que fijarse en los
modelos de conducta que manifestaban sus mayores y acomodarse a ellos. Así,
sabía perfectamente cuáles eran sus deberes y qué se esperaba de él: en
dónde viviría, con quién se casaría o en qué trabajaría. Esta situación se
da todavía en zonas campesinas apartadas de los núcleos urbanos. Es así como
en estudios sobre el adolescente campesino en México, no se da en él el
fenómeno de la adolescencia tal como se entiende habitualmente.
Ahora, en nuestra sociedad "libre" y "democrática", el
adolescente tiene múltiples modelos de identificación... que no pasan
necesariamente por la puerta de su casa. Y hay un dicho: cuanto más compleja
es una sociedad, más conflictiva y larga es la adolescencia.