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SEXO Y AGRESIÓN
Unos psicólogos
efectuaron una serie de estudios sobre la relación entre el sexo y la
agresión que nos proporcionan ciertas claves para entender cómo, en nuestra
sociedad, hay fuerzas que estimulan a los violadores y qué puede hacerse
para remediar esta situación.
En uno de sus experimentos típicos, los investigadores mostraron a los
participantes (estudiantes universitarios) una película o relato escrito
erótico. Después, les dieron la oportunidad de actuar de forma agresiva,
permitiéndoles dar una descarga eléctrica a un "sujeto" (en realidad, un
colaborador de los experimentadores) por cometer errores en un juego de
adivinanzas. La magnitud de la descarga propinada por el estudiante se
utilizó como índice de agresión. Los resultados indicaron que los
estudiantes que se habían excitado sexualmente al ver la película
manifestaron una agresividad significativamente mayor que un grupo de
control que había visto una película neutra, desde el punto de vista sexual.
Al explicar este fenómeno, los investigadores no creen que exista una
relación simple entre sexo y agresión, de manera que la excitación sexual
provoque una agresividad mayor. Piensan, en cambio, que el vínculo entre
ambos se establece por el hecho de que, en nuestra sociedad, hay tabúes
relativos tanto a la conducta sexual como a la agresiva. Cuando se libera el
tabú correspondiente a una, también se libera el que atañe a la otra. Como
comentaban los investigadores, "al mostrarles la película erótica, les
comunicábamos el mensaje tácito de que “una conducta tabú como el sexo está
muy bien".
Otros estudios han demostrado que el efecto también se produce en sentido
contrario, es decir, si se permite que las personas se comporten de forma
agresiva, pueden excitarse más en sentido sexual. No obstante, una conducta
agresiva más fuerte y desviada de la normalidad puede interferir las
sensaciones sexuales.
Por regla general, la lectura del relato de una violación inhibía las
respuestas sexuales tanto de los hombres como de las mujeres. Sin embargo,
aparecieron ciertas variaciones, según el contenido del fragmento, sobre
todo si la víctima aparecía dolorida y si acababa sucumbiendo y disfrutando
del acto. En el caso de las mujeres, las claves relativas a un dolor fuerte
inhibían la excitación sexual, con independencia de que la protagonista
acabara participando. Sin embargo, en el caso de los hombres, la cuestión de
que la mujer llegara a excitarse al final, a pesar del dolor y de la
violencia de la violación, les llevaba a aumentar su excitación. En
realidad, aparecieron algunas pruebas de que los hombres se identificaban
con el violador y consideraban que su conducta entraba dentro de sus
posibilidades. Cuando les preguntaron hasta qué punto se comportarían como
este hombre en las mismas circunstancias, el 51% respondió que quizá
hicieran lo mismo si estuvieran seguros de que no los cogerían. Aunque no se
oponen por principio a la pornografía, algunos investigadores se muestran
rotundos al afirmar que la pornografía masoquista, en donde la violencia y
la excitación sexual aparecen unidas, puede ser muy dañina. En concreto,
puede coadyuvar a una forma de asociación condicionada entre la excitación
sexual y las respuestas violentas. |
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