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HOMBRES, MUJERES
Y VIOLACIÓN
¿Cómo llegan los hombres a ser violadores y cómo las mujeres se convierten
en víctimas de la violación? En este apartado, veremos que muchas de las
cualidades para cuya adquisición se socializa a las mujeres las hacen
vulnerables a la violación y muchas de las cualidades para cuya adquisición
se estimula a los hombres contribuyen a crear violadores.
De acuerdo con los estereotipos de papeles típicos de género, la debilidad
es femenina y la fortaleza, masculina. El estereotipo de debilidad se
complica por la carencia generalizada de entrenamiento atlético de las
mujeres, en comparación con el que reciben los hombres. En consecuencia,
muchas piensan que son físicamente débiles y, al carecer de entrenamiento y
no hacer ejercicio, puede que realmente lo sean. Esta debilidad se simboliza
de muchas maneras, como cuando los hombres abren las puertas para que pasen
las mujeres o cuando les llevan bultos pesados. Sería estúpido pensar que
una persona que necesite estas ayudas pueda hacer huir a un atacante de 100
kg. Por tanto, la debilidad y la pasividad para las que se socializa a las
mujeres contribuyen a convertirlas en víctimas de violaciones.
También se socializa a las mujeres para que cuiden a otros y para que sean
altruistas (para que presten más atención a las necesidades de los demás que
a las de ellas mismas). La mujer a la que se ha socializado para que sea
cariñosa y que pasa los días expresando su cariño a sus hijos, es difícil
que trate de arañar los ojos del hombre con las uñas, como aconsejan algunos
expertos en defensa personal. El altruismo de la mujer produce un efecto
paradójico en la situación de violación. Algunas denuncian la violación,
pero no presentan cargos porque dicen que les da pena que el violador vaya a
parar a la cárcel durante mucho tiempo (1) o que se arruine su reputación.
Por tanto, la víctima puede adoptar una actitud cariñosa y altruista con
respecto a su atacante, anteponiendo las necesidades y sentimientos de éste
a los suyos propios.
Los sentimientos de altruismo que llevan a no denunciar la violación se
magnifican por el hecho de que, en casi la mitad de los casos, la víctima
conoce a su agresor, al menos de vista. Las estadísticas indican que víctima
y agresor se conocen, más o menos, en el 46% de los casos.
La socialización de las mujeres se dirige también a la adquisición de un
grupo de cualidades que podríamos denominar en conjunto "ser señora". Por
ejemplo, las señoras no "montan números". No cabe duda de que, para hacer
huir a un violador, hay que montar un número, pero muchas mujeres prefieren
no chillar ni enzarzarse en una pelea porque no es un comportamiento de
señora. Las señoras son también pulcras, limpias y elegantes. Algunas
mujeres, inmediatamente después de una violación, van a casa a ducharse,
lavarse el pelo y cambiarse de vestido y, después, acuden a la comisaría de
policía. Aunque es comprensible su necesidad emocional de lavarse, destruyen
gran parte de las pruebas del delito, por lo que podemos comprender la
reacción escéptica de la policía. Si se presenta pulcra, limpia y elegante,
es difícil creer que acaben de violarla.
Suele creerse que las adolescentes temen los delitos sexuales. Se les
aconseja que nunca suban a un coche con hombres desconocidos ni que acepten
dulces de ellos. Sin embargo, siguen ignorando el carácter general de las
agresiones sexuales y de los malos a mujeres del peligro potencial y, en
consecuencia, la chica se hace una idea distorsionada del misterioso crimen,
pensando quizá que sería lo peor que pudiera sucederle cuando la atacan.
Entonces puede quedar inmovilizada por el miedo; se queda helada y es
incapaz de activar una defensa eficaz.
Quizá a ti, que navegas por este espacio, se te ocurran otros ejemplos de
cualidades para las que se socializa a las mujeres y que pueden contribuir a
convertirlas en víctimas de violaciones. No obstante, lo importante es que
la adaptación a las normas tradicionales de la feminidad hace a la mujer más
vulnerables, al menos, cuando esté en una situación en la que un hombre
trate de violarla.
El argumento paralelo al precedente es que los hombres se socializan para la
adquisición de características que coadyuvan a convertirlos en violadores.
La agresividad, el predominio, el poder y la fortaleza se consideran
características masculinas. No puede sorprender que los hombres,
socializados para ser agresivos, cometan el agresivo delito de la violación.
Más aún, los mismos violadores pueden considerarse víctimas de la confusión
de nuestra cultura entre sexo y agresión. Por ejemplo, a menudo nos
referimos al varón como el que desempeña el papel "agresivo" en la relación
sexual, sugiriendo que el sexo tiene un componente agresivo. Como indicamos
antes, el sexo y la agresión se combinan también en la pornografía
sadomasoquista, que es muy corriente. La confusión del violador entre sexo y
agresión refleja un malentendido presente en nuestra sociedad.
Puede ocurrir también que la violación sea un medio para que el varón
inseguro en su papel consiga su masculinidad. Por eso, tiene sentido la
estadística sobre la juventud de los violadores; éstos pueden no ser sino
hombres jóvenes que tratan de adoptar el papel masculino adulto, que se
sienten inseguros con respecto a él y que, por tanto, cometen la violación
como prueba de su maculinidad. Más aún, la heterosexualidad constituye un
aspecto importante de la hombría. Violar a una mujer es una forma flagrante
de probar que se es heterosexual. Es interesante señalar que algunos
violadores tienen una historia de pasividad, de inadecuación heterosexual y
sus compañeros de la adolescencia les han llamado "maricones" o "maricas".
Puede que la violación les parezca una forma de establecer su hombría
heterosexual.
Este punto de vista recibe también el respaldo del hecho de que, en un
estudio, el 43% de las violaciones fuese cometido por parejas o grupos de
hombres. A menudo, en estos casos, parece que los hombres o muchachos
compiten para probar su masculinidad y una forma de conseguirlo consiste en
violar a una mujer.
(1) a quienes les da pena que un hombre reciba una sentencia condenatoria
que le lleve a pasar mucho tiempo en la cárcel, deben saber que, en
promedio, los violadores convictos no llegan a estar siquiera cuatro años
encarcelados por ese motivo. |
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