Se
clasifican en «desórdenes sexuales» (inadecuada elección de objeto),
«disfunciones sexuales» (déficit del deseo sexual o del orgasmo) y «trastornos
de la identidad sexual» (rechazo de los caracteres anatómicos propios,
masculinos o femeninos).
DESORDENES SEXUALES O PARAFILIAS
ZOOFILIA.
Desviación de la fuente de atracción sexual, en la que la excitación se obtiene
de forma preferente o exclusiva con animales, que pueden ser utilizados para el
coito o entrenados para que tengan una participación activa.
FETICHISMO. Sólo consigue la excitación sexual a través del estímulo de un
objeto (fetiche). Los objetos fetichistas más frecuentes son ropa interior o
zapatos, botas o adornos de mujer (el fetichismo, como la mayoría de las
parafilias, se observan casi exclusivamente en hombres). En la mayoría de los
casos se recoge el antecedente de relación con ese objeto femenino
(perteneciente a la madre u otra mujer del hogar) en las primeras excitaciones
sexuales de la infancia. El papel del fetiche se refuerza después al utilizarlo,
en la realidad o en la fantasía de la masturbación. Puede ser en la vida adulta
el único partícipe en la actividad sexual, o utilizarlo en presencia de la
pareja, pues sin el fetiche no tiene erección. Provoca sentimientos de
humillación y culpa, y decepción o resentimiento en la pareja.
TRAVESTISMO. En el travestismo hay una satisfacción sexual específica por
vestirse con ropas del sexo opuesto (es mucho más frecuente en hombres). Si se
le priva de esta apetencia, el travestido se siente desgraciado. Al inicio, el
varón suele ser heterosexual y realiza el travestismo con alguna prenda femenina
ocasionalmente y en privado. El curso suele ser progresivo, viste ya
preferentemente, se mueve, habla y se porta como el otro sexo y las relaciones
tienden a ser homosexuales. Se inicia en la infancia. Algunos travestidos
evolucionan hacia el transexualismo.
PEDOFILIA. Tendencia a realizar actos o fantasías sexuales exclusivamente con
niños, o al menos de modo preferente. Hay dos tipos de comportamiento: los
inclinados a niños y los que orientan su pedofilia hacia niñas. Los segundos son
dos veces más frecuentes, prefieren niñas de corta edad, suelen limitarse a
mirarlas, desvestirlas o tocarlas. Casi siempre son hombres casados y conocen a
la niña y a su familia. Los del otro grupo (preferencia por niños) son
homosexuales o solterones, eligen a niños algo mayores. La pedofilia suele
iniciarse en la edad media y sigue en la vejez.
VOYERISMO. El voyerista obtiene la excitación y el placer sexual observando
clandestinamente a personas que se desvisten, están desnudas o a parejas en
actos sexuales. Suele masturbarse durante sus espionajes y utiliza este recuerdo
como estímulo para otras masturbaciones. No hace intentos de relación con las
personas observadas. Presenciar desnudos o actos sexuales es un estímulo
excitante para personas normales, hombres y mujeres, y el estímulo visual
precede y acompaña a la relación sexual. En cambio, el voyeur extremo sólo
obtiene excitación por este procedimiento. No se consideran enfermos, por lo que
no acuden a las consultas, y sólo se conocen cuando son detenidos (una décima
parte son mujeres; el dato es poco orientativo, pues puede haber notables
diferencias psicológicas con los voyeristas que consiguen pasar inadvertidos).
El voyeur suele ser una persona tímida, hijo único o el menor de la familia.
EXHIBICIONISMO. Al igual que el voyeur, el exhibicionista no intenta mantener
contacto directo con la persona elegida, se limita a exhibir repentinamente sus
genitales a un extraño y frecuentemente se masturba en ese acto. La sorpresa o
sobresalto del espectador parece jugar un papel importante en su excitación.
Algunos individuos repiten esta misma conducta, pero sin erección ni
masturbación. El trastorno se manifiesta externamente a partir de los veinte
años. La tendencia al exhibicionismo decrece después de los cuarenta años.
SADISMO
SEXUAL. El individuo consigue placer sexual humillando o provocando sufrimiento
físico a la pareja, que puede ser partícipe obligado o voluntario. Los casos
graves tienden a una progresiva intensificación del sufrimiento provocado, y
llega a estar en peligro la integridad física e incluso la vida de la pareja. El
trastorno comienza en la infancia con fantasías sádicas. Puede seguir toda la
vida en el plano de la fantasía acompañando imaginariamente relaciones normales
en apariencia o evolucionar a su materialización. Es de muy difícil tratamiento.
MASOQUISMO SEXUAL. En este caso, la excitación sexual proviene del propio daño
físico o humillación, que el sujeto solicita o acepta de su pareja. Igual que en
el sadismo sexual en casos graves puede suponer la mutilación y la muerte.
DISFUNCIONES SEXUALES
En ellas
no hay desviación del objeto sexual, sino una inhibición del deseo, de la
capacidad de excitación, de la erección, del orgasmo o de la satisfacción final.
DESEO
SEXUAL INHIBIDO. Es difícil valorar si una persona tiene un nivel «normal» de
deseos sexuales, pues hay grandes variaciones. Sólo se considera patológico si
esta limitación es fuente de sufrimiento o malestar para la persona o su pareja.
EXCITACIÓN SEXUAL INHIBIDA. IMPOTENCIA. FRIGIDEZ. Fracaso en la obtención de la
respuesta fisiológica normal durante el acto sexual. En los hombres falta el
reflejo de erección y en las mujeres no se produce o no se mantiene la
lubricación y tumefacción genital.
ORGASMO
FEMENINO INHIBIDO. Tras una fase de excitación normal no se logra el orgasmo, o
sólo se produce tras una excitación clitoridea manual, no coital.
ORGASMO
MASCULINO INHIBIDO. Puede haber o no excitación y erección, pero no se produce
el orgasmo o se retrasa de un modo indeseado por el sujeto.
EYACULACIÓN PRECOZ. La eyaculación se produce antes del momento razonablemente
deseado por el afectado.
DlSPAREUNIA FUNCIONAL. El coito se acompaña de sensaciones dolorosas, que
sustituyen o anulan las placenteras.
VAGINISMO
FUNCIONAL. Una contractura de la musculatura del tercio inferior de la vagina
impide o perturba sistemáticamente el coito.
TRASTORNOS DE LA IDENTIDAD SEXUAL
TRANSEXUALISMO. El transexual es una persona que repudia su sexo anatómico y
«oficial» y ha decidido cambiarlo. Es un hombre que se siente mujer injustamente
envuelta en un cuerpo de hombre y desea eliminar sus órganos genitales para
convertirse en mujer; o es una mujer que desea adquirir genitales masculinos y
vivir como hombre.
Solicitan
cambiar su aspecto de identidad sexual mediante intervenciones quirúrgicas o
administración de hormonas. Le repugnan sus propios órganos sexuales, prefieren
vestir y portarse como el otro sexo. Pueden tener relación preferente
heterosexual, de acuerdo con su sexo originario, pero es más frecuente la
elección homosexual aunque ellos no se consideran homosexuales, pues afirman y
sienten que su sexo es el opuesto. Las tendencias transexuales comienzan en la
infancia, pero se manifiestan externamente en la adolescencia o juventud. Hay
más hombres que mujeres en proporción de cinco a uno.