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TRATAMIENTOS PARA EL ESTRÉS
Puede afirmarse que todo lo relacionado con el estrés contiene una cierta
complejidad, empezando por lo conceptual que afecta a todos los demás campos.
Obviamente, el tratamiento del mismo, cuando se requiera, tampoco será con un
abordaje simple.
Habrá que tener en cuenta tanto los componentes psicofisiológicos como todos los
demás, sean comportamentales o cognitivos.
Tal vez, por esta razón, se han diseñado programas de amplio espectro
contemplando muy diversas facetas (respiración, relajación muscular, ejercicio
físico, consumo moderado de alcohol, creencias, afrontamiento...). Esta
estrategia tiene el inconveniente de que no permite distinguir cuáles son los
elementos de dicho programa que realmente contribuyen a una mejora del manejo
del estrés, en el sentido de si son todos por un efecto de adición, algunos
aisladamente o las interacciones que puedan originarse. No obstante, esta
aproximación se sigue utilizando con frecuencia.
Otro enfoque en su tratamiento ha sido el de centrarse en un comportamiento o
conjunto de ellos en particular, como ha sucedido con lo que se ha denominado
patrón de conducta tipo A, caracterizado por la competitividad, la urgencia de
tiempo y la hostilidad/ira. Este patrón se tuvo como un factor de riesgo para
las enfermedades cardiovasculares. En la actualidad se ha llegado a la
conclusión de que no todos sus componentes tienen el mismo peso de riesgo para
dichas enfermedades, considerándose, por ejemplo, que la sobrecarga laboral o la
competitividad tienen una menor relevancia frente a lo que es la dimensión
hostilidad/ira. Diversos programas, en los cuales se ha incidido en la
modificación de esta última, así como de otros aspectos cognitivos (asunciones,
atribuciones, creencias, valores, metas...) han obtenido buenos resultados. No
obstante, no es un terreno que no esté exento de controversias.
Una vertiente diferente ha sido la de generar programas para contextos
específicos, preferentemente el ámbito laboral. Los estresores con los que se
han trabajado más van desde los físicos (ruido, temperatura, espacio...) hasta
los relativos a la ambigüedad del rol (falta de claridad en los límites de las
responsabilidades laborales), sobrecarga laboral, conflictos entre compañeros o
problemas de organización.
Actualmente, se sigue con las tres líneas de trabajo expuestas, pero dando mucha
importancia a lo que son los aspectos cognitivos, especialmente a las
evaluaciones que hacen las personas sobre los acontecimientos que les ocurren y
a las estrategias de afrontamiento que se proponen y desarrollan, buscando
cuáles son las más adecuadas para según qué circunstanciáis).
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