La
violencia
La
violencia se puede analizar desde diversos puntos de vista. Se puede decir que
una persona, en un momento dado, ha tenido un comportamiento violento, porque
frecuentemente se comporta de este modo, con lo que la violencia constituye un
patrón de su conducta. Por último se puede decir que dentro de una sociedad
predomina la violencia, si las relaciones entre los miembros que la componen son
violentas con cierta frecuencia.
Individualmente, la violencia constituye la forma de expresión de algunos tipos
de personalidad que se caracterizarían fundamentalmente por un mal manejo de la
agresividad, dificultades en el control de las propias emociones o impulsividad,
exagerada reactividad a los estímulos externos, bajo umbral a las frustraciones,
carácter explosivo, irritabilidad, conducta antisocial, etc.
Los niños
que durante la infancia han padecido malos tratos por parte de sus padres o
educadores, abandono o privación afectiva, al igual que los que han sido
hiperprotegidos y se han acostumbrado a que siempre se satisfagan sus deseos,
son los que más posibilidades tienen de ser violentos. En términos generales,
van a ser más violentos aquellos que se han criado en ambientes cargados de
violencia, con lo que bien se puede decir aquí que «la violencia engendra
violencia».
Dentro de
este tipo de personalidades destacan algunos tipos de psicopatías. Siguiendo la
clasificación de Kurt Schnei-der, serían particularmente violentos los
psicópatas hipertímicos agitados que se caracterizarían por un temperamento muy
vivo, activo, inestable, impulsivo y pendenciero. También los psicópatas
fanáticos suelen ser violentos, caracterizándose también por ser muy activos y
expansivos, pudiendo recurrir a la violencia cuando es necesario para lograr que
se cumplan los objetivos de su fanatismo. Los psicópatas lábiles de ánimo se
comportan violentamente debido a bruscos cambios de humor, a veces inmotivados,
donde destaca la irritabilidad e impulsividad. Los psicópatas explosivos serían
aquellos que estallan al menor pretexto, reaccionando de forma casi automática,
con cólera o violencia. También algunos tipos de epilepsia cursan con labilidad
de ánimo en la que pueden surgir accesos de violencia. En algunos trastornos
psicopatológicos son más frecuentes las conductas violentas, especialmente en
los trastornos de tipo paranoide, caracterizados por desconfianza,
susceptibilidad frente a las actitudes de los demás, ideas de autorreferencia,
etc. Cuando se trata de un delirio paranoide, es posible que estas personas se
comporten violentamente con otras a las que atribuyen, de un modo totalmente
injustificado, el deseo de hacerles daño, dentro del contenido de su delirio.
El
alcohol actúa deshibiendo al que lo consume, incrementando la impulsividad y
liberando los impulsos agresivos, con lo que muchos comportamientos violentos
están precedidos por el consumo de alcohol. Las drogas también favorecen las
conductas delictivas y violentas por un proceso de destrucción ética y social de
la personalidad y por la necesidad imperiosa de procurarse la droga de forma más
o menos inmediata. El aumento del consumo de este tipo de tóxicos es, tal vez,
el principal responsable del incremento de la violencia en la sociedad actual.