SABER
COMUNICARSE: GANARSE A LAS PERSONAS
El 80 por
ciento de nuestras comunicaciones deben perseguir ganarnos la receptividad del
otro y su colaboración, su aceptación, su respuesta favorable, su amistad, su
ayuda, su cambio, etcétera. Por eso, en cuanto emisores que somos, y receptores
otras veces, hemos de intentar por todos los medios lograrla poniendo buen
cuidado en esa adecuación de los mensajes, sean del tipo que sean, porque, si es
buena, tiene más probabilidades de producirse la respuesta favorable. Ayudan
también a conseguirla el reparto generoso de lo que se conoce como «caricias
psicológicas», es decir, saludar, dar las gracias, pedir perdón, felicitar,
alabar, regalar, pedir por favor, ayudar y todo aquello que al otro le
predisponga a una respuesta positiva hacia nosotros.
El otro
20 por ciento es la comunicación que debe darse cuando tratamos de que el otro
nos respete, cuando hay cierta tensión entre los que se relacionan por la razón
que fuese, cuando percibimos que hay intentos de abuso de confianza o de poder,
cuando se rompe la armonía en la comunicación, sea cual fuere la razón, y
también cuando hay conflicto. En esos casos la comunicación recomendable es la
que se realiza asertivamente, es decir, mediante la exposición de opiniones,
derechos, peticiones, reclamaciones, quejas, etcétera, en un tono sereno, claro
y natural, equidistante entre la manifestación agresiva y la inhibición o
represión.
Tanto las
caricias psicológicas como la comunicación asertiva son demostración de que uno
sabe comunicarse porque logra lo que pretende; que el interlocutor nos haga caso
o nos respete.