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DE LA ENERGÍA MENTAL A LA ENERGÍA ESPIRITUAL
«Soltar las resistencias» es más fácil de decir que de hacer. Aún no sé
muy bien cómo llevarlo a cabo. Si dices que se consigue mediante la
rendición, la pregunta que queda es: «¿Cómo?».
Empieza por reconocer que hay resistencia. Estate presente cuando ocurra,
cuando surja la resistencia. Observa cómo la crea tu mente, cómo etiqueta
la situación, a ti mismo, a los demás. Observa el proceso de pensamiento
implicado. Siente la energía de la emoción. Siendo testigo de la
resistencia comprobarás que no tiene ninguna utilidad. Al centrar toda tu
atención en el ahora, la resistencia inconsciente se hace consciente y ése
es su fin. No puedes ser consciente e infeliz, consciente y negativo. La
negatividad, la infelicidad o el sufrimiento, sean del tipo que sean,
indican que hay resistencia, y la resistencia siempre es inconsciente.
Estoy segura de que puedo ser consciente de mis sentimientos de
infelicidad.
¿Elegirías la infelicidad? Y si no la has elegido, ¿cómo es que ha
surgido? ¿Cuál es su propósito? ¿Quién la mantiene viva? Dices que eres
consciente de tus sentimientos de infelicidad, pero lo cierto es que te
has identificado con ellos y mantienes vivo el proceso de identificación
mediante el pensamiento compulsivo. Todo eso es inconsciente. Si fuese
consciente, es decir, si estuvieses completamente presente en el ahora,
toda negatividad se disolvería casi instantáneamente. No podría sobrevivir
en tu presencia. Sólo puede sobrevivir en tu ausencia. Ni siquiera el
cuerpo-dolor puede sobrevivir mucho tiempo en tu presencia. Mantienes viva
tu infelicidad dándole tiempo. Esa es su forma de vida. Si retiras el
tiempo mediante una intensa conciencia del momento presente, se muere.
Pero ¿quieres que muera? ¿Estás segura de que has tenido suficiente?
¿Quién serías sin tu infelicidad?
Hasta que practicas la rendición, la dimensión espiritual es algo sobre lo
que lees, sobre lo que hablas, algo sobre lo que escribes libros y que te
estimula, algo en lo que piensas, algo en lo que crees o no crees, según
el caso. Todo lo anterior no supone ninguna diferencia, no hasta que la
rendición hace que se vuelva una realidad en tu vida. Cuando te rindes, la
energía que emanas y que a partir de ese momento dirige tu vida es de una
frecuencia vibratoria mucho más elevada que la energía mental que gobierna
el mundo: la energía que creó las estructuras sociales, políticas y
económicas de nuestra civilización, y que se perpetúa a sí misma a través
de nuestros sistemas educativos y de nuestros medios de comunicación. A
través de la rendición, la energía espiritual entra en este mundo. No
genera sufrimiento para ti, para los demás seres humanos ni para el resto
de los seres vivos del planeta, A diferencia de la energía mental no
poluciona la tierra, y no está sujeta a la ley de polaridad, que dicta que
nada puede existir sin su opuesto, que no puede haber bien sin mal.
Quienes funcionan con energía mental, que aún son la vasta mayoría de los
pobladores de la Tierra, siguen sin darse cuenta de la existencia de la
energía espiritual, que pertenece a otro orden de realidad y creará un
mundo diferente cuando una cantidad suficiente de seres humanos entren en
el estado de rendición y se liberen totalmente de la negatividad. Si la
tierra ha de sobrevivir, ésta será la energía de los que habiten en ella.
Jesús se refirió a esta energía cuando hizo su famosa afirmación profética
del Sermón de la Montaña: «Bienaventurados los mansos porque ellos
poseerán la tierra». Es una presencia intensa pero silenciosa que disuelve
los patrones negativos de la mente. Puede que éstos aún sigan activos un
tiempo más, pero ya no dirigirán tu vida. Las situaciones externas a las
que te resistías tenderán también a cambiar o a disolverse rápidamente
tras tu acto de rendición. La rendición es un poderoso transformador de
situaciones y personas. Si las circunstancias no cambian inmediatamente,
tu aceptación del ahora te permitirá elevarte por encima de ellas. En
cualquier caso, serás libre.
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