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BREVE HISTORIA DE TU VIDA
La manifestación del mundo, lo mismo que su retorno a lo no manifestado -su
expansión y contracción-, son dos movimientos universales que podríamos
considerar como el abandono del hogar y el regreso a él. Estos dos movimientos
se reflejan en todo el universo de muchas maneras, por ejemplo la expansión y la
contracción incesantes del corazón y la inhalación y exhalación de la
respiración. También se reflejan en los ciclos de sueño y vigilia. Todas las
noches, sin saberlo, regresamos a la Fuente no manifestada de toda la vida
cuando entramos en la etapa de sueño profundo donde o soñamos, y emergemos
nuevamente renovados en la mañana.
Estos dos movimientos, la salida y el regreso, se reflejan también en los ciclos
de vida de cada persona. Sin saber cómo ni cuándo aparecemos en este mundo.
Después del nacimiento viene la expansión. No solamente crecemos físicamente
sino también en conocimiento, actividades, posesiones y experiencias. Nuestra
esfera de influencia se expande y la vida se torna cada vez más compleja. Es la
etapa en la cual nuestro interés primordial es hallar y perseguir nuestro
propósito externo. Por lo general hay un crecimiento concomitante del ego, es
decir, la identificación con todas las cosas anteriores, de tal manera que se
acrecienta la definición de nuestra identidad con la forma. También es la época
en la cual el ego tiende a adueñarse del propósito externo (el crecimiento) y el
ego, a diferencia de la naturaleza, no sabe cuándo parar en su búsqueda de la
expansión y tiene un apetito voraz de más.
Y entonces, justo cuando pensábamos haber logrado nuestro cometido o que
pertenecíamos a este mundo, se inicia el movimiento de retorno. Quizás comiencen
a morir las personas que nos rodean, las personas que formaron parte de nuestro
mundo. Entonces se debilita nuestra forma física y se contrae nuestra esfera de
influencia. En lugar de ser más, nos volvemos menos, y el ego reacciona ante esa
situación cada vez más con mayor angustia y depresión. Nuestro mundo comienza a
contraerse y descubrimos que ya no lo controlamos. En lugar de actuar en la
vida, la vida actúa sobre nosotros reduciendo gradualmente nuestro mundo. La
conciencia que se identificó con la forma experimenta el ocaso, la disolución de
la forma. Y entonces, un día, también desaparecemos. Nuestro sillón está todavía
allí, pero en lugar de estar sentados en él, no es más que un espacio vacío.
Regresamos al sitio de donde salimos apenas unos cuantos años atrás.
La vida de cada persona (todas las formas de vida en realidad) representa un
mundo, una forma única en la que el universo se experimenta a sí mismo. Y cuando
nuestra forma se disuelve se acaba un mundo, uno entre un sinnúmero de mundos.
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