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INTEGRIDAD Y HONESTIDAD
Aquel
que quiera ser un instrumento para servir al mundo necesita saber cómo
trabajar con integridad. La integridad eleva el carácter e induce poder
interno. Revela una actitud pura. Aquellos que tienen integridad
mantienen una gran humildad, incluso cuando estén en una posición
elevada y gocen de mucho respeto. No alteran su carácter ni sus virtudes
según quién esté con ellos. Tienen respeto hacia sí mismos. La
integridad practicada y desarrollada durante un largo período de tiempo
hace a un alma poderosa. El intelecto está despejado y no mezcla la
verdad con la falsedad. Una persona con integridad es capaz de revelar
la verdad mediante palabras pronunciadas con sabiduría. Tal persona
nunca siente la necesidad de demostrar la verdad. La recompensa por tal
sinceridad es una conciencia limpia, de modo que una persona con
integridad considera las consecuencias de cada acción y nunca se deja
arrastrar irreflexivamente hacia nada. Comportarse de otra forma es
engañar a la gente.
El primer aspecto de la honestidad es honestidad con uno mismo. Si soy
honesto conmigo mismo, no se darán situaciones en las que no sea honesto
con los demás. La honestidad es tener una conciencia clara ante mí mismo
y los demás. Honestidad es reconocer qué es lo correcto y apropiado en
términos de mi propio papel, comportamiento y relaciones. Con honestidad
no hay hipocresía ni artificialidad, que crean confusión y desconfianza
en las mentes de los demás. La honestidad nos ayuda a construir una vida
íntegra, porque nuestro ser interno y nuestra personalidad externa son
reflejo uno de la otra. Honestidad es decir lo que se piensa y hacer lo
que se dice. No hay contradicciones ni discrepancias entre pensamientos,
palabras y acciones. Tal integración provee claridad y un ejemplo para
los demás. Tener una forma internamente y otra en el exterior crea
barreras y causa daño, ya que nos será muy difícil poder acercarnos a
los demás, y tampoco los demás querrán acercarse a nosotros. Algunos
piensan: "Soy honesto, pero nadie me comprende". Eso no es honestidad.
La honestidad es algo tan diáfano como un diamante sin taras cuyo brillo
no puede permanecer escondido. La dignidad y el valor son visibles en
las propias acciones que realiza la persona honesta.
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