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PROBLEMAS DE LA ANDROGINIA
La androginia parece maravillosa, pero, plantea, también, algunos problemas.
La androginia supone una ventaja en cuanto a la liberación de las personas
de los papeles estereotipados rígidos propios de su género. Sin embargo, al
hacerlo así, quizá establezcan un ideal extraordinariamente exigente e
incluso imposible. Por ejemplo, en tiempos antiguos, se consideraba que una
mujer era lo bastante competente ("tenía éxito") si cocinaba bien. Para
llegar a los nuevos estándares y ser andrógina, no sólo tendría que cocinar
bien, sino también, quizás reparar coches. Es decir, la androginia requiere
que las personas se desenvuelvan bien en los campos más diversos y eso puede
resultar difícil.
En efecto, las características necesarias para ser andrógino parecen, a
veces, casi contradictorias entre sí. Por ejemplo, para ser andrógino, hace
falta ser enérgico y dominante (ítems "masculinos"), pero también tímido y
de expresión oral suave (ítems "femeninos"). No se entiende cómo una misma
persona puede reunir todas estas características a la vez. Sin duda, del
andrógino ideal se espera que muestre características distintas en
situaciones diferentes, dependiendo de lo que resulte más adecuado pero
aunque es bastante difícil discernir qué es lo más apropiado, todos/as
estamos llamados a ser conscientes y a obrar apropiadamente.
Algunas feministas consideran la androginia esencialmente como una
"traición" en beneficio de los hombres. Es decir, para convertirse en
andróginas, las mujeres tienen que añadir a sus personalidades rasgos
masculinos o parecerse más a los hombres. Estas estudiosas sostienen que
habría que centrarse más en valorar lo que hacen y son las mujeres, en vez
de estimularlas a parecerse más a los hombres. Para ellas, sería preferible
redescubrir y cuidar el perfil de la mujer a estimular la androginia. Por
supuesto, es una cuestión que depende de los valores de cada cual.
Además, la definición de la androginia se basa en supuestos tradicionales
sobre la masculinidad y la feminidad. Para que a una persona se la
clasifique como andrógina, basta con que la puntuación que obtenga en las
dos escalas del test, elaboradas a base de rasgos masculinos y femeninos
estereotipados, sean elevadas. Por ello, el concepto de androginia no parece
muy radical ni liberador de los condicionamientos que el ser ser humano
padece.
Otras estudiosas han señalado la necesidad de tener mucho cuidado con
respecto a la generalización que desde la androginia se hace en los rasgos
de personalidad, tanto en la conducta concreta como en las actitudes, con
respecto a los papeles correspondientes al género. El hecho de que se
clasifique a una persona como andrógina no significa necesariamente que
tenga que comportarse de manera apropiada en todas las situaciones o que
tenga actitudes adecuadas con respecto a los papeles de las mujeres.
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