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Textos I.
En
todos los países de Europa, y asimismo de América, hay ahora gente que abusa
del nombre de filósofo. Son una especie de espíritus muy estrecha, muy
prisionera, muy encadenada, que quieren aproximadamente lo contrario de lo
que está en nuestras intenciones e instintos, - para no hablar de que, por
lo que respecta a esos filósofos nuevos, que están emergiendo en el
horizonte, ellos tienen que ser ventanas cerradas y puertas con el cerrojo
corrido. Para decirlo pronto y mal, niveladores
es lo que son esos falsamente llamados "espíritus libres" - como esclavos
elocuentes y plumíferos que son del gusto democrático y de sus "ideas
modernas": todos ellos son hombre carentes de soledad, de soledad propia,
torpes y bravos mozos a los que no se les debe negar ni valor ni costumbres
respetables, sólo que son, cabalmente, gente no libre y ridículamente
superficial, sobre todo en su tendencia básica a considerar que las formas
de la vieja sociedad existente hasta hoy son más o menos la causa de toda
la miseria y fracaso humanos: ¡con lo cual la verdad viene a quedar
felizmente cabeza abajo! A lo que ellos querrían aspirar con todas sus
fuerzas es a la universal y verde felicidad -prado del rebaño, llena de
seguridad, libre de peligro, repleta de bienestar y facilidad de vivir para
todo el mundo: sus dos canciones y doctrinas más repetidamente canturreadas
se llaman "igualdad de derechos" y "compasión con todo lo que sufre" -y el
sufrimiento mismo es considerado por ellos como algo que hay que eliminar.
Nosotros los opuestos a ellos, que hemos abierto nuestros ojos y conciencia
al problema de en qué lugar y de qué modo ha venido hasta hoy la planta
"hombre" creciendo de la manera más vigorosa hacia la altura, opinamos que
esto ha ocurrido siempre en condiciones opuestas, opinamos que, para que
esto se realizase, la peligrosidad de su situación tuvo que aumentar antes
de manera gigantesca, que su energía de invención y de simulación (su
"espíritu"-) tuvo que desarrollarse, bajo una presión y una coacción
prolongadas, hasta convertirse en algo sutil y temerario, que su voluntad de
vivir tuvo que identificarse hasta llegar a la voluntad incondicional de
poder: -nosotros opinamos que dureza, violencia, esclavitud, peligro en la
calle y en los corazones, ocultación, estoicismo, arte de tentador y
diabluras de toda especie, que todo lo malvado, terrible, tiránico, todo lo
que de animal rapaz y de serpiente hay en el hombre sirve a la elevación de
la especie "hombre" tanto como su contrario: -y cuando decimos tan sólo eso
no decimos ni siquiera bastante, y, en todo caso, con nuestro hablar y
nuestro callar en este lugar nos encontramos en el otro extremo de
toda ideología moderna y de todos los deseos gregarios.
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La fe
cristiana es, desde el principio, sacrificio: sacrificio de toda libertad,
de todo orgullo, de toda autocerteza de espíritu; a la vez sometimiento y
escarnio de sí mismo, mutilación de sí mismo. Hay crueldad y hay fenicismo
religioso en esa fe, exigida a una conciencia reblandecida, compleja y muy
mimada. En ella hay mucho del genuino olor tierno y sofocante que exhalan
los rezadores y las almas pequeñas.
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Crear, esa es la gran redención del sufrimiento, así es como se vuelve
ligera la vida. Mas para que el creador exista son necesarios sufrimiento y
muchas transformaciones.
¡Sí,
muchos amargos morires tiene que haber en nuestra vida, creadores. Para ser
el hijo que vuelve a nacer, para ser eso el creador mismo tiene que ser
también la parturienta y los dolores de la parturienta.
En
verdad, a través de cien almas he recorrido mi camino, y a través de cien
cunas y dolores de parto. Muchas son las veces que me he despedido, conozco
las horas finales que desgarran el corazón.
Pero
así lo quiere mi voluntad creadora, mi destino. O, para decíroslo con mayor
honestidad: justo tal destino -es el que mi voluntad quiere.
Todo
lo sensible en mí sufre y se encuentra en prisiones: pero mi querer viene
siempre a mí como mi liberador y portador de alegría.
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