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El PROPÓSITO INTERNO DEL VIAJE DE TU VIDA
Puedo ver la verdad de lo que dices, pero aún sigo pensando que nuestro
camino de vida debe tener un propósito; de otro modo caminamos sin rumbo;
y propósito significa futuro, ¿cierto? ¿Cómo se puede reconciliar eso con
vivir el presente?
Cuando viajas, resulta muy útil saber dónde vas o, como mínimo, la
dirección general que has de seguir, pero no olvides que lo único
absolutamente real de tu viaje es el paso que estás dando en este momento.
Eso es todo lo que hay y puede haber.
Tu camino de vida tiene un propósito externo y un propósito interno. El
propósito externo es alcanzar tu objetivo o punto de llegada, realizar lo
que te has propuesto, lograr esto o aquello, y eso, evidentemente, implica
el futuro. Pero si tu destino o los pasos que des en el futuro requieren
tanta atención que se vuelven más importantes que los pasos que estás
dando ahora mismo, pierdes completamente el propósito interno de tu viaje,
que no tiene nada que ver con dónde vas o qué haces y sí con cómo lo
haces. No tiene nada que ver con el futuro, sino con la calidad de tu
conciencia en este momento. El propósito externo pertenece a la dimensión
horizontal del espacio y del tiempo; el propósito interno implica una
profundización en tu Ser, en la dimensión vertical del ahora intemporal.
Tu camino externo puede tener un millón de pasos, tu camino interno sólo
tiene uno: el que estás dando ahora mismo. A medida que te haces más
consciente de este único paso, te vas dando cuenta de que contiene todos
los demás, incluyendo el punto de destino. Entonces este paso se convierte
en una expresión de la perfección, un acto de gran belleza y calidad. Te
habrá llevado al Ser, y la luz del Ser brillará a través de él. Esto es al
mismo tiempo el propósito y la culminación de tu camino interno, el camino
hacia ti mismo.
¿Tiene alguna importancia conseguir nuestro propósito externo, triunfar o
fracasar en el mundo?
Tendrá importancia mientras no hayas realizado tu propósito interno.
Después de eso, el propósito externo sólo es un juego al que juegas por
gusto. También es posible fracasar completamente en el propósito externo y
tener un éxito rotundo en el interno. O al revés, y esto es algo que suele
suceder más habitualmente: riqueza externa y pobreza interna, o «ganar el
mundo y perder el alma», como dijo Jesús. En último término, todos los
propósitos externos están destinados a «fracasar» por estar sujetos a la
ley de impermanencia. Cuanto antes te des cuenta de que tu propósito
externo no te puede dar una satisfacción duradera, tanto mejor. Cuando
llegas a ver las limitaciones de tu propósito externo, renuncias a la
expectativa irreal de que debería hacerte feliz y lo subordinas a tu
propósito interno.
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