Los
creadores de este espacio estamos profundamente interesados en el despertar
de la mente y en el florecimiento integral del ser humano. En este sentido,
la enseñanza tiene una importancia capital en la comunicación de aquello que
es básico para la transformación de la mente humana y para la creación de
una nueva cultura.
La enseñanza es la más noble de las profesiones, si es que puede siquiera
ser llamada una profesión. Es un arte que requiere no sólo logros
intelectuales, sino una paciencia y amor infinitos. Ser correctamente
educados es comprender nuestra relación con todas las cosas -con el dinero,
con la propiedad, con la gente, con la naturaleza- en el vasto campo de
nuestra existencia.
El propósito de la enseñanza es fundamentalmente ayudar al ser humano a que
se libere de su propia mezquindad y de sus estúpidas ambiciones. Y la
educación implica también ayudar al estudiante a crecer en libertad y sin
temor.
Una generación de niños educados de manera apropiada estará libre del afán
adquisitivo y del temor, que son la herencia psicológica de sus padres y de
la sociedad en que han nacido; y a causa de que han sido enseñandos así, no
dependerán de la programación mental que la sociedad les implementa.
Esta cuestión de la programación mental es profundamente destructiva, pues
impide a las personas que sean verdaderamente independientes y limita la
inteligencia, porque engendra una sensación falsa de seguridad que las hace
sentirse seguras de sí mismas sin fundamento alguno. Y esto crea una
oscuridad mental en la que nada nuevo puede florecer.
Pero una generación de seres humanos enseñados de la
manera que explicamos en este espacio, educados de una manera por completo
diferente, espiritual y libre, creará una nueva sociedad; porque ellos
tendrán la capacidad que nace de una inteligencia que no está trabada por el
temor ni por el anhelo de poder, seguridad o placer.